Los temores infantiles
La mayoría de los niños atraviesan por épocas en las que sientes temor por algo. Generalmente estos temores se deben a la inseguridad que experimentan ante cosas nuevas. Los padres pueden ayudar mucho a superar estos temores creando un ambiente seguro y sereno. No deben burlarse nunca del niño ni enfrentarlo por la fuerza con su temor. Este debe ante todo estar convencido de que sus padres lo comprenden y de esta manera se le podrá ayudar. Primero evitando las situaciones tensas, la irregularidad en los horarios de los niños y las disputas familiares. Solamente en los casos en que el niño demuestre fobias muy acusadas, una gran ansiedad o desarrolle otros trastornos como el tartamudear o ciertos gestos nerviosos, habrá que buscar la ayuda de un psicólogo. De lo contrario, con mucha paciencia y de manera comprensiva y progresiva se le podrá ayudar a que venza su temor y se muestre de nuevo feliz.
Las guarderías: el segundo hogar de los niños
Sea porque tanto el padre como la madre trabajan fuera de casa o porque se quiere dar al niño una educación rodeado de otros niños de su edad, hacia los tres o cuatro años muchos comienzan a asistir a una guardería infantil. Es una experiencia que puede ser muy provechosa, pero que exige cierta comprensión por parte de los padres para evitar problemas. El primer paso que darán los padres es ir en busca de una buena guardería. Tras visitar dos o tres guarderías, generalmente las más cercanas a la casa, los padres ya podrán hacerse una idea de cuál es la que les conviene y poder sentirse así más tranquilos cuando lleven al niño el primer día. Sin embargo, no todo resultara perfecto desde ese momento. Hasta en la mejor guardería puede ocurrir errores, pues tratar con niños pequeños es algo siempre difícil. Estos errores pueden minimizarse y casi eliminarse si existe una verdadera comunicación entre los padres y las educadoras de la guardería.
Si los padres ven algo que les molesta, tienen que hablar abiertamente de ello con las encargadas de la guardería, pues ellas no se sorprenderán de las dudas y temores que puedan tener los padres, pues comprenden perfectamente bien que no es fácil dejar a un niño pequeño por primera vez en un lugar como este, con personas extrañas. No obstante, los padres deben demostrar confianza en el papel que realizan las educadoras y sentirse satisfechos si están bien preparadas para cuidar y educar a los niños, aunque ello no quiera decir que cada niño vaya a recibir un trato individual como lo recibe en su hogar. Precisamente uno de los papeles que desarrollan en las guarderías es enseñarles a ser sociables, a que aprenda a convivir con las demás personas, en este caso con niños. Aunque con todo esto los padres no tienen que evitar hablar de sus temores. Como ya se dijo, lo más importantes es el establecimiento de un dialogo abierto y sincero entre padres y educadoras. En este dialogo entra también el expresar lo que se espera de la guardería. Unos padres a ven solo como un centro donde el niño juegue y aprenda a mantener relaciones con otros niños y otros padres desean que el niño empiece a recibir cierta educación formal, que lo prepare para su entrada a la escuela. Es lógico comprender que todas las esperanzas y expectativas no van a cumplirse totalmente y que en algunos casos den lugar a resentimientos. De suceder así, los padres deben expresar sus críticas abiertamente, para que las profesoras expliquen su manera de obrar en la guardería. Una segunda medida por parte de los padres es el darse cuenta que las profesoras tienen mucho trabajo con la vigilancia de los niños a los que deben dedicar todo su tiempo, y, por otra parte, también tienen su vida privada. Así, si bien se recomienda el dialogo abierto con ellas, hay que saber escoger el momento adecuado. No intentar hacerlo durante las horas en que están ocupadas con los niños o a la hora de cerrar la guardería. Lo más apropiado es pedir una cita que a todos convenga y así, relajados y sin prisas, poder hablar abiertamente. Entre las reglas se encuentra la de entrada y salida. Además hay que hacer todo lo posible por equipar al niño con todo lo que las profesoras les pidan, como también asistir a todas las reuniones y fiestas de los niños. Si los padres y las profesoras ponen su mejor voluntad, se conseguirá que los niños se sientan felices.