La verdadera gran sorpresa de la posguerra ha sido que los enemigos históricos, como Alemania y Francia o Japón y Estados Unidos, no hayan tenido ni la más remota amenaza de guerra entre sí desde 1945. Y no hay ninguna razón para que la tuvieran. Cualquier cosa que tenga Japón y que Estados Unidos desee puede comprarla, en términos crediticios muy accesibles, así que ¿por qué pelear por ello?.
Los sistemas cerrados construyen gigantescos ejércitos y malgastan sus recursos en armas y tropas, los países abiertos gastan su dinero en modernas máquinas para producir nuevas muñecas Barbie o algún otro producto de consumo.
La brillante gente joven de los países abiertos trata de descifrar cómo hacer funcionar máquinas o proporcionar servicios, no como lanzar el último misíl. Por alguna razón no solo se hacen ricos con rapidez, sino que también pierden el interés por las empresas militares. Japón, esa peculiar superpotencia que no tiene un gran armamento, confunde a todos porque nadie nunca había visto a alguna importante potencia mundial que se saliera con la suya no disparando hasta morir, sino vendiendo hasta morir. La libertad tiene que ver con las opciones. Una verdadera opción proporciona la oportunidad de tomar una decisión significativa para ejercer la virtud.
El marketing internacional encierra la libertad para un potencial crecimiento casi ilimitado. Sin embargo, el costo de la libertad está aumentando los términos como el libre comercio o la libre elección son engañosos debido a que están asociados con un precio. Todos estamos pagando un precio más alto debido al terrorismo global .Las empresas pagan costos más altos por preparar sus embarques, investigar a sus clientes y cumplir con las regulaciones gubernamentales. Los participantes locales, empleados e inversionistas pagan con sufrimiento y pérdidas económicas luego de un ataque terrorista.
En la mayoría de los casos el terrorismo no es producto de la elección, sino más bien de la falta de ella. Los terroristas no consiguen incrementar su libertad por medio de sus acciones, lo único que logran es reducir la de los demás. Por el contrario, las empresas internacionales pueden invertir en los mercados más pobres del mundo e incrementar sus utilidades al tiempo que disminuyen la pobreza.
La expansión del comercio crea empleos mejora los estándares de salud y educación, y hace que mejoren los estándares generales de vida en las regiones empobrecidas, todo lo cual proporciona un nuevo sentido de esperanza que rechaza el falso atractivo del terrorismo.
El comercio mundial ha asumido una importancia hasta ahora desconocida por la comunidad global. En décadas pasadas, el comercio se había llevado a cabo a nivel internacional, pero la repercusión de este sobre las naciones, empresas e individuos nunca había tenido la amplitud y simultaneidad que tiene en la actualidad. Hace 6 años, el comercio mundial de productos se ha expandido de 6.2 billones en el 2000 hasta más de nueve billones de dólares en 2005. El comercio mundial de servicios se ha expandido de1.5 billones a 2.1 billones de dólares en el mismo período. Esto representa un crecimiento de casi 150 por ciento para el comercio tanto de mercancías como de servicios. Tal crecimiento económico ha sido extraordinario, en particular desde que, a partir de hace algunas décadas el crecimiento comercial a nivel global a menudo ha superado el crecimiento de las economías nacionales. Como resultado, muchos países y empresas han encontrado que es muy conveniente convertirse en participantes importantes en el marketing internacional.
La Cortina de Hierro se ha desintegrado, lo que ha redundado en la creación de una gran variedad de nuevas oportunidades para el marketing, aunque en medio de la incertidumbre. Las empresas invierten a escala global y, por consiguiente, industrias enteras han cambiado sus ubicaciones. La especialización internacional y las subcontrataciones cruzadas han hecho que la producción sea mucho más eficiente. Las nuevas tecnologías, como Internet, han modificado la forma de hacer negocios y permitido tanto abastecer como recibir productos de todo el mundo. En consecuencia, los consumidores, los líderes sindicales, los encargados de elaborar políticas e incluso algunas veces las mismas empresas se están dando cuenta de que cada vez es más difícil definir donde fue fabricado cierto producto. Existen bloques comerciales como la Unión Europea, el TLCAN en Norteamérica, el Mercosur en América del Sur y el ASEAN en Asia.
Estos bloques fomentan las relaciones comerciales entre sus miembros, pero por medio de sus reglas y estándares afectan también el comercio y los flujos de inversión de los países no miembros. Los individuos y las empresas han tenido que reconocer que su competencia no solo es interna, sino también global. El comercio mundial ha dado origen a vínculos globales que relacionan mercados, tecnologías y estándares de vida que antes se desconocían y no esperaban. Asimismo, ha influido con fuerza en la elaboración de políticas nacionales y muy a menudo ha dado origen a oportunidades totalmente nuevas, pero también a amenazas para empresas e individuos.