La robótica ha evolucionado a pasos agigantados en los últimos años, y a día de hoy hay muchas actividades profesionales que pueden desempeñar los robots de una manera más eficiente que los seres humanos. No en vano, de acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), más de cuatro millones de españoles pueden perder su empleo por los robots en los próximos años.
No obstante, muchos de los sistemas automatizados, más que robar el trabajo a los empleados humanos, tienen la finalidad de realizar tareas pesadas o repetitivas. De esta forma, las personas disponen de más tiempo durante su jornada para dedicarse a llevar a cabo funciones más complejas.
El autómata que hoy nos ocupa está capacitado para ir un paso más allá y convertirse en una gran ayuda para los investigadores. Se trata de un robot científico que toma sus propias decisiones para valorar cuáles son los experimentos con mayor potencial para llevarlos a cabo.
Tiene una altura de 1,75 metros, pesa 400 kilos y está dotado de total movilidad para poder desplazarse a su antojo por el laboratorio. Puede trabajar durante 21,5 horas al día y se detiene únicamente para cargar su batería.
Dado que tiene la altura de una persona y dispone de un brazo robótico, puede utilizar instrumentos similares a los que usan los investigadores humanos. Es capaz de ejecutar de manera autónoma todas las tareas que precisa un experimento químico, como pesar sólidos, dispensar líquidos, eliminar aire de un recipiente, ejecutar una reacción catalítica o cuantificar los productos de reacción.
«El cerebro del robot utiliza un algoritmo de búsqueda para navegar en un espacio de diez dimensiones de más de 98 millones de experimentos candidatos, y decide el mejor experimento para hacer a continuación en función de los resultados anteriores», explica la Universidad de Liverpool en un comunicado.
El primer prototipo que se ha puesto a prueba ha realizado 688 experimentos durante 8 días, trabajando 172 de 192 horas. Ha completado 6.500 manipulaciones en 319 movimientos, y ha descubierto un nuevo catalizador seis veces más activo sin intervención humana.
Andrew Cooper, el profesor que ha dirigido el proyecto, considera que este robot ofrece una gran ayuda para la investigación. Podría dedicarse a la búsqueda de materiales para la producción de energía limpia o la formulación de medicamentos, entre otras aplicaciones interesantes.