En caso de accidente, la velocidad a la que circulamos con nuestro coche tiene una influencia directa en la gravedad de las lesiones que puede sufrir el peatón o el ciclista. A partir de cierta cifra, las probabilidades de sobrevivir son pocas.
No en vano, una diferencia de tan sólo 20 kilómetros puede salvar la vida de los actores más vulnerables de la vía. Conscientes de ello, la Guardia Civil avisa: a más 64 km/h, en un atropello, el 85% de los peatones mueren.
Los datos no dejan lugar para las dudas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 50% de los fallecimientos que se registran en las diferentes vías tienen como protagonistas a peatones, ciclistas y motociclistas. Y el exceso de velocidad suele ser el denominador común en todos estos siniestros. Hay que tener presente que si circulamos a una velocidad entre 30 y 50 km/h, el riesgo de muerte se multiplica por cinco, según un informe del Foro Internacional de Transportes (FIT) para la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OCDE).
Exceso de velocidad: factor común
Respetar los límites de velocidad es, por lo tanto, clave. Y aquí la física es la respuesta: a mayor rapidez, la energía cinética liberada se incrementa al cuadrado de la velocidad. A esto tenemos que añadir que el tiempo de reacción y la capacidad de maniobra también son menores: tardamos un segundo en reaccionar ante un imprevisto y elegir la respuesta adecuada. Un tiempo que desaparece cuando circulamos a partir de 30 kilómetros por hora.
Vemos como la velocidad es determinante en el 30% de los accidentes mortales. No respetar los límites incrementa el riesgo de sufrir accidentes y la probabilidad de causar lesiones de carácter grave o muerte. ¿Cuánto? Estos son los porcentajes que maneja la Dirección General de Tráfico:
Velocidad | Ileso | Heridas | Pierde la vida |
---|---|---|---|
30 km/h | 30% | 65% | 5% |
40 km/h | 4% | 50% | 45% |
64 km/h | – | 15% | 85% |
Reducir la velocidad: ¿una posible solución?
La limitación es la forma de gestión más importante que tiene a su disposición la DGT. Cuando éstos influyen realmente, tienen repercusión en la seguridad del conductor y del resto de actores de la vía.
Rune Elvik, especialista en seguridad vial, ha demostrado que reducir 10 km/h los límites implica un descenso de 2,5 km/h en la velocidad media. Un buen ejemplo de esto es Reino Unido, donde la velocidad máxima de las zonas residenciales se ha establecido en 30 km/h. Como resultado, hay un 67% menos de colisiones con niños y ciclistas. El modelo Nilsson refuerza esta teoría: si rebajamos 1 km/h nuestra velocidad, los accidentes mortales disminuirán un 4%. Por lo tanto, restringir un 10 km/h los límites, implicaría un 10% menos de mortalidad.
Este artículo fue publicado en TICbeat por Andrea Núñez-Torrón Stock.