Tras 10 años de intentos, la NASA ha conseguido que un rayo láser lanzado desde la Tierra, rebote en su Orbitador de Reconocimiento Lunar. Y tiene más importancia de lo que parece…
Entre las cientos de formas que existen de demostrar que los americanos llegaron a la Luna en 1969, una de las más directas y fáciles de comprobar, son los reflectores. En sus aterrizajes en la Luna, los astronautas de las misiones Apolo 11 (1969), Apolo 14 (1971) y Apolo 15 (1971) dejaron tres reflectores en la superficie. Los robots rusos Lunokhod 1 y 2 hicieron lo mismo en 1970 y 1973, respectivamente.
Estos reflectores están formados por docenas, incluso cientos de espejos que tienen la función de devolver un rayo láser exactamente en la dirección contraria de donde provenía. Tan solo hay que apuntar a un reflector lunar desde la Tierra, y comprobar cómo el rayo viene de vuelta en un par de segundos, pues viaja a la velocidad de la luz. Esto ya se podía hacer en 1969, cuando el Apolo 11 dejó en la supercie lunar el primer reflector.
Estos reflectores han sido muy importantes para la ciencia. Midiendo el tiempo que tarda el rayo láser en ir y volver, se puede medir la distancia entre la Tierra y la Luna en cualquier momento, con una precisión de milímetros. También han servido para descubrir que la Luna tiene un núcleo fluido, y que hace tiempo tuvo un campo magnético. Aquí puedes ver el reflector que dejaron los astronautas de la Apolo 14:
Pero algo les ha ocurrido a los reflectores de la NASA en los últimos años. Solo están devolviendo el 10% de la luz que reciben. Por eso, en el 2009, la NASA instaló un reflector en su Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO), un satélite de reconocimiento que envió a dar vueltas alrededor de la Luna. En estos 10 años, ningún rayo láser había regresado de vuelta… hasta ahora.
El problema es que acertar con un rayo en un reflector del tamaño de un cuaderno que está a 385.000 Kilómetros, no es nada fácil. Tiene que atravesar la atmósfera, que dispersa los fotones de luz, y resistir las influencias de las órbitas de la Tierra, el Sol y la propia Luna. Y lo mismo en el camino de vuelta.
Es mucho más complicado acertar en el receptor del Orbitador Lunar, porque está dando vueltas alrededor de la Luna a gran velocidad. Los expertos estiman que las probabilidades de que un fotón de luz rebote en el receptor y vuelva a la Tierra en el mismo punto son de una entre 250 millones. Lo que pasa es que se envían millones de fotones, por eso con los reflectores estáticos en el suelo, se ha dado en la diana unas cuantas veces.
Con el Orbitador de Reconocimiento Lunar, los científicos han tenido que esperar… 10 años.
La NASA ha anunciado esta semana que el LRO ha devuelto un rayo láser por primera vez en una década. Es un logro importante, porque esperan que les ayude a descubrir por qué los reflectores que dejaron las misiones Apolo hace 50 años, apenas reflejan el 10% de la luz.
Usarán simulaciones por ordenador en función de los datos capturados de este rayo láser que ha regresado, para averiguarlo.
La hipótesis más probable es que algún micrometeorito haya caído cerca de los espejos, levantando polvo lunar que ha caído sobre los reflectores, reduciendo su capacidad para reflejar la luz.
Es un experimiento que ha tardado 10 años en ofrecer resultados, pero si algo aprenden los astrónomos desde que son estudiantes, es a ser pacientes…