Neuralink cambia de forma pero no de finalidad, y ahora es un dispositivo en forma de moneda que se incrusta en el cráneo para comunicarse con el cerebro, tecnología que se empezará a probar en humanos durante las próximas semanas.
Hace unas horas la compañía Neuralink, propiedad de Elon Musk, ha mostrado los últimos avances de su interfaz cerebro-máquina con la que pretenden difuminar aún más la comunicación entre un ser humano y las máquinas y que en está ocasión deja de lado los cables engorrosos y apuesta por un chip del tamaño de una moneda que se implanta en el cráneo para comunicarse con el cerebro.
Como si fuera parte de una película de ciencia ficción, la compañía Neuralink, propiedad del polifacético y extrovertido Elon Musk, ha mostrado los últimos avances en su visión de comunicación entre cerebro humano y máquina en la forma de un chip que se implanta en el cráneo mediante un proceso quirúrgico bastante sencillo: una operación que no pasa de los 60 minutos y sin necesidad de anestesia general.
El diseño del dispositivo de Neuralink ha cambiado respecto a lo que vimos el año pasado y ahora tiene una forma de moneda que se incrusta en el cráneo y que ser ha sido definido como “un Fitbit en el cráneo con pequeños cables”. La presentación, dirigida a profesionales, tuvo como objetivo principal no solo explicar cómo funciona esta tecnología, sino reclutar más ingenieros para unirse a un equipo que actualmente cuenta con 100 personas.
La razón principal de la existencia de este dispositivo es difuminar y fusionar los cerebros de los humanos con inteligencia artificial, aunque cabe aclarar que aún este dispositivo no ha sido probado en seres humanos, solo con cerdos, aunque la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) ya les ha dado vía libre para que puedan empezar las pruebas en sujetos seleccionados.
No se trata de una tecnología nueva, porque este tipo de dispositivos que crean interfaces cerebro-máquinas ya llevan existiendo desde 2006 en pruebas en personas, pero lo que hace diferente a Neuralink son los microhilos delgados y flexibles que están cubiertos de electrodos para captar la actividad cerebral del receptor.
Gracias a estos electrodos se puede captar mucha más información que otros aparatos similares y al ser extremadamente más finos no causan ningún tipo de dolor sobre el portador. Una de las principales deficiencias de este dispositivo es que se acaba degradando bastante rápido con el tiempo, y por ello el objetivo del equipo es que este chip pueda durar durante décadas en el cráneo del portador.
La idea es utilizar este dispositivo de Neuralink para luchar contra los problemas neurológicos, que van desde la pérdida de memoria hasta los accidentes cerebrovasculares e incluso la adición, permitiendo de esta forma controlar mejor la salud de los usuarios y advertirles en tiempo real y al momento si están teniendo algún tipo de ataque cardíaco o complicación de salud.
De momento las primeras pruebas con humanos se realizarán en una pequeña cantidad de pacientes con lesiones graves de la médula espinal y, a largo plazo, siempre según la compañía, afirman que su dispositivo podría restaurar el movimiento completo en personas con este tipo de lesiones utilizando un segundo implante en la columna.
Pero el equipo de Elon Musk quiere ir mucho más lejos, y en un futuro muy lejano quieren crear lo que llaman la “simbiosis de IA” que permitiría al cerebro humano fusionarse con una inteligencia artificial. Con simplemente pensar algo, el usuario podría desencadenar un comando en una máquina. Por ejemplo, con solo pensar que queremos encender el aire acondicionado, el aparato se encendería sin necesidad de pulsar ningún tipo de botón físicamente.
[Vía: Techcrunch]