Nada es para siempre, por mucho dinero que te gastes. En esta ocasión vamos a aprender cómo tratar con los neumáticos cristalizados.
Muchos sólo se acuerdan de las ruedas del coche cuando este se queda cojo. O en otras palabras, cuando no pasan la ITV o ya no puedan aguantar ni un minuto más las que tienen. Sin embargo, ¿sabes cómo evitar el peligro de los neumáticos cristalizados? Es más, ¿conoces que este fenómeno se produce? ¿Y las consecuencias que puede tener? No es ninguna broma y no todo el mundo es consciente de ello.
Cuando estrenas coche nuevo (o usado), dan ganas de meterlo en una cámara acorazada y no tocarlo; de hecho, el primer golpecito duele más que si te partieran a ti todos los huesos. He conocido a algunos que decían a voz en grito: «quiero a mi Mercedes más que a mi mujer» (verídico). O que se eran capaces de coger siete autobuses, dos trenes y caminar tres días -esto sí que es una manera de hablar- «para no hacerle kilómetros al coche». Y no rodar puede ser contraproducente.
Está bien ser cuidadoso. Pero uno de los mejores y más generales consejos que te podemos dar en esta sección de Prácticos es algo tan importante como evidente -aunque por lo visto, no para todos-: que las cosas están para usarlas.
E igual que una piscina se agrieta si no la llenas de agua durante el invierno o una casa acaba invadida por la madre naturaleza y con las cañerías destrozadas en cuanto no pisas el suelo, no abres los grifos o no haces vida en ella, pues con un vehículo le pasa igual: hay elementos que se deterioran casi más si no lo utilizas y luego es peor. Por ejemplo:
- Batería.
- Manguitos.
- Retenes.
- Juntas.
- Gomas de las ventanas.
- Gomas de las puertas.
- Discos y pastillas.
- Latiguillos de freno.
- Aceite del motor.
- Lubricante de la caja de cambios
- Refrigerante.
- Líquido de frenos.
- Líquido de la dirección.
- Y por supuesto… ¡los neumáticos!
¿Te ha parecido sorprendente? ¡Nunca es tarde para descubrirlo! Y sobre todo, para aprender cómo evitar el peligro de los neumáticos cristalizados.
Porque es un hecho tristemente demostrable que las ruedas envejecen aunque no las uses. Incluso puedes acortar su vida útil si no lo haces.
¿Qué significa que un neumático se cristalice?
Este fenómeno se produce cuando sus componentes pierden sus propiedades y se forman ‘microcristales’ que hacen que lo que popularmente se llama ‘goma’ (el caucho y demás elementos que lo forman) se endurezca en exceso.
Esta pérdida de elasticidad hace que no cumpla la con las misiones para que ha sido diseñado, que, por si no habías pensado nunca en ello -seguro que sí- son unas cuantas:
- Tracción.
- Agarre.
- Guiado frontal y lateral.
- Amortiguación.
- Frenado.
- Desalojo del agua en firme deslizante.
Un ejemplo bastante gráfico: los coches de slot (o si eras de los que usaba una marca comercial como genérico, pues los de ‘Scalextric‘). Si recuerdas, con el tiempo, si no los usabas mucho, los neumáticos de estas maquetas con motor eléctrico, empezaban a soltar un polvillo negruzco que afeaba los pasos de ruedas. Pero lo que era peor: las ruedas se endurecían y derrapaban al acelerar, al tomar las curvas… y acababan agrietadas.
Evidentemente, en un vehículo de verdad, los neumáticos no se deberían cristalizar, al menos, hasta el final de su vida útil, es decir, hasta que no hayan pasado, como mínimo, de 4 a 6 años desde su fecha de fabricación (que lo puedes ver en el número DOT, como lo que te mostramos en la imagen de apertura).
¿Cómo evitar el peligro de los neumáticos cristalizados?
Como todo, dentro del mantenimiento básico de tu coche, puedes evitar el peligro de los neumáticos cristalizados acordándote de:
- Rodar el coche: la falta de uso además favorecerá que las ruedas se deformen, pierdan presión y se queden ‘planos’ por algunas zonas hasta quedar inservibles.
- No dejarlo al sol directo.
- No exponerlo a heladas.
- Evitar los cambios bruscos de temperatura.
- Evitar un exceso de humedad permanente.
¿Cómo detectar que los neumáticos están cristalizados?
Esto es un poco más complejo, porque aparentemente, si todo lo demás es correcto, verás que «las ruedas están bien», mantienen su dibujo, no tienen desperfectos muy evidentes… ¡pero no hace falta que sea así!
Si las gomas están endurecidas, será como querer hacer deporte con zapatos de vestir.
En realidad, un profesional debería darte un veredicto más acertado, pues será el que detecte falta de agarre y de confort (exceso de ruido al rodar y dureza en las reacciones, brusquedad y vibraciones en dirección y suspensiones…) sin necesidad de las máquinas de diagnosis de alta tecnología que emplean los fabricantes de neumáticos para desarrollarlos, testarlos y producirlos.
Como truco casero: hundir la uña en el neumático de cuando en cuando y ver si más o menos cuesta lo mismo que al principio (evidentemente, esto reporta poca fiabilidad si no eres un experto).
Y ojo, porque la ITV no suele detectar este problema tan grave: sólo se fijan en que el neumático mantenga su dibujo por encima de los 1,6 mm y que no haya agujeros, clavos, ‘huevos’ u otros desperfectos en los flancos… pero nada sobre la antigüedad, por ejemplo.
Créenos: si cumples eso, no importa que tus gomas tengan unos meses ¡o unas décadas!
¿Tiene solución?
Si tus neumáticos se llegan a cristalizar, evidentemente, no tienes que deshacerte del coche, pero por desgracia no te quedará otra que sustituirlos, porque una vez que esto sucede, no hay otra solución.
Pero recuerda: la seguridad es lo primero y tras el verano -y los meses previos de confinamiento– este problema puede ser mucho más común de lo que crees.
Este artículo fue publicado en Autobild por Rodrigo Fersainz.