A lo largo de las últimas décadas hemos sido testigos de cómo el mundo evolucionaba drásticamente. El estilo de vida y las comodidades de las que disponemos en la actualidad habrían sido impensables hace tan solo cincuenta años.
Uno de los factores más relevantes en los cambios que hemos vivido ha sido la tecnología. El desarrollo de nuevos dispositivos, y la posibilidad de acceder a ellos con facilidad, ha simplificado muchísimo nuestra vida.
Hay algunos ejemplos muy obvios, como es el caso de internet. Hace no tanto tiempo dependíamos de teléfonos y cartas para poder comunicarnos con alguien que estuviera lejos de nosotros.
Y si queríamos obtener información, nos veíamos obligados a usar las fuentes impresas que tuviéramos a nuestro alcance. Lo cual, sin duda alguna, limitaba considerablemente nuestras posibilidades.
A día de hoy, gracias a internet podemos hablar instantáneamente con personas que están en el otro extremo del mundo. Y es relativamente fácil acceder a casi toda la información y conocimiento que podemos necesitar.
Ese es tan solo un ejemplo de cómo la tecnología puede avanzar muchísimo en muy poco tiempo, cambiando en el proceso nuestro modo de vida y las posibilidades que están a nuestro alcance.
Índice de contenidos
- Prótesis controladas por el cerebro
- Turbinas eólicas voladoras
- Ropa y tejidos inteligentes
- Tecnología implantada en nuestro cuerpo
- Impresión 3D de material orgánico
Por supuesto, los avances en tecnología nunca paran. En todo momento hay personas trabajando en mejorar productos y crear nuevos inventos que nos faciliten nuestro día a día de diversas maneras.
Al igual que en la última década la tecnología ha avanzado muchísimo, es de esperar que en los próximos años también se produzcan grandes avances, y veamos cómo llegan al mercado productos que hasta hace no tanto sonaban a ciencia ficción.
Ya hay profesionales trabajando en este tipo de proyectos, y gracias a ello, en unos cuantos años veremos cómo lo que ahora es simple teoría acaba convirtiéndose en algo sin lo que se nos haría extraño vivir.
Si quieres saber qué nos espera en lo que respecta a avances tecnológicos, en este artículo hemos recopilado algunas de las tecnologías que en 2030 formarán parte de nuestra realidad diaria.
Prótesis controladas por el cerebro
Debido a accidentes o a diversas enfermedades, hay personas que han nacido sin alguna de sus extremidades, o las han perdido a lo largo de su vida. Para hacer su vida algo más sencilla, muchas usan prótesis de diversos tipos.
Pero con frecuencia las prótesis no son muy funcionales, ya que hasta hace no tanto eran simplemente extremidades rígidas que no aportan movilidad alguna, o que se articulan solo con influencia externa (por ejemplo, usando las manos para mover la prótesis).
Por suerte, en los últimos años las prótesis han avanzado bastante. Empresas como Open Bionics han desarrollado prótesis robóticas de antebrazo que detectan los movimientos musculares del usuario y articulan la muñeca y la mano en base a ello.
De por sí es un avance considerable, ya que permite crear prótesis inteligentes, con una movilidad más natural e intuitiva. Pero hay un paso más allá las prótesis conectadas al sistema nervioso.
Al tener una conexión directa con el cerebro, mover y articular estas prótesis es tan simple como pensar en el movimiento que queremos hacer. Aunque por supuesto, crear algo así no es tan sencillo.
Para conseguir que estas prótesis funcionen, deben estar conectadas mediante electrodos y otros sistemas similares al cerebro, al sistema nervioso, e incluso a los huesos. Estos electrodos detectan las señales del propio cuerpo y las envían a la prótesis, haciendo que realice los movimientos pensados por el usuario.
Por si fuera poco, las señales pueden ir en ambos sentidos. Y si las prótesis incluyen sensores, esto hace que los usuarios tengan, de forma artificial, sentido del tacto en su prótesis.
Ya ha habido algunas pruebas a pequeña escala con prototipos, y parecen demostrar que este tipo de tecnología es viable. Considerando esto, es de esperar que para el año 2030 la mayoría de prótesis se controlen con el cerebro y permitan percibir diferentes sensaciones.
Turbinas eólicas voladoras
Generar energía renovable es algo que está en la mente de muchos científicos desde hace tiempo. Y cuanto más se agravan los problemas causados por el cambio climático, más urge buscar soluciones energéticas viables.
Por supuesto, ya disponemos de tecnologías de obtención de energía renovable. Algunas de las más comunes son los paneles solares y las turbinas eólicas, muy comunes en toda la Península.
Pero bajo ciertas condiciones, estos dispositivos pueden no ser especialmente eficientes. El lugar en el que se instalan influye, por supuesto, pero cuando se trata de turbinas eólicas la altura es uno de los factores más relevantes.
Como ya habrás visto numerosas veces, las turbinas eólicas se instalan sobre torres altísimas para aprovechar al máximo la fuerza del viento. Y es que cuanta más altura, mayor es la velocidad del viento, por lo que permite producir más energía.
No obstante, con las turbinas solares comunes hay limitaciones. Para que la estructura sea estable y segura, las torres sobre las que se instalan no pueden superar cierta altura, y esto por supuesto afecta a la eficiencia de la turbina.
Para solucionar este problema, se ha planteado la posibilidad de crear turbinas eólicas que se mantengan en el aire, permitiendo así situarlas a mayor altitud y generar en consecuencia más energía.
Por extraño que suene la idea de tener turbinas eólicas voladoras, algunos prototipos han demostrado resultados muy prometedores. Por ello, podemos esperar que para 2030, este tipo de turbinas se lancen al mercado.
Si te preguntas cómo funcionarían, hay diferentes sistemas que pueden mantenerlas en el aire. Algunas tienen helio en su interior, otras disponen de un sistema de alas a modo de planeador, otras tienen cometas instaladas… Es decir, hay diferentes opciones.
Además, aunque no hay una torre bajo este tipo de turbinas, siempre tienen una conexión con el suelo. Generalmente se trata de algún tipo de cable de alta resistencia, que además permite la transmisión de la energía obtenida por la turbina.
Ropa y tejidos inteligentes
Los dispositivos inteligentes se han convertido en parte de nuestra normalidad en los últimos años. Usamos smartphones, pulseras inteligentes, y también diversos dispositivos en nuestro hogar que hacen nuestra vida mucho más sencilla.
Y cada vez es más común que los dispositivos más ordinarios tengan tecnología implementada que va más allá de sus funciones habituales. Tener hasta la nevera y el robot de cocina conectados a internet se está volviendo más común cada día.
Algo a lo que se ha dedicado muchos recursos es al desarrollo de dispositivos inteligentes que podemos llevar encima. Por supuesto, nuestros teléfonos son un claro ejemplo de ello, pero en el futuro podemos esperar que esta tecnología sea aplicada a otros objetos muy diferentes.
Durante la próxima década podremos disfrutar de la incorporación de tecnología en algo sin lo que nunca salimos de casa: nuestra ropa. Diversas empresas llevan tiempo trabajando en tejidos inteligentes, y no parece que haga falta esperar demasiado para que se convierta en una realidad.
Los productos textiles inteligentes pueden tener usos muy diversos, lo que permitiría aplicarlos en ámbitos más allá del día a día. Por ejemplo, podrían desarrollarse prendas para recopilar datos sobre nuestro cuerpo, como el ritmo cardíaco o el nivel de oxígeno o azúcar en sangre.
Eso podría resultar particularmente útil en pacientes de hospital, y en personas que sufren enfermedades crónicas o que requieren supervisión médica de algún tipo. También podría ayudar a deportistas, ya que tendrían información en todo momento sobre su estado físico.
También se están desarrollando tejidos inteligentes con otras aplicaciones. Por ejemplo, hay algunos dedicados a la protección (capaces de reaccionar ante estímulos externos y cambiar su estructura acorde a las necesidades), o telas capaces de adaptarse y cambiar en base a la temperatura.
Otros tejidos inteligentes más sencillos, que de hecho ya llevan algo de tiempo en el mercado (aunque no de forma asequible) son los textiles que cambian de color o que se iluminan.
En general las posibilidades son infinitas, y se espera que en los próximos diez años las telas con aplicaciones tecnológicas incluidas sean mucho más comunes, convirtiéndose en otro dispositivo más que usamos diariamente.
Tecnología implantada en nuestro cuerpo
Siguiendo con la temática de llevar la tecnología siempre encima, hay otro tipo de productos que, en base a lo que algunas empresas están haciendo en la actualidad, probablemente estén disponibles en torno al año 2030: los implantes tecnológicos.
Algo que hemos visto mucho en los últimos años es la reducción del tamaño de los dispositivos tecnológicos. Por supuesto, cuando hay pantallas integradas suelen ser más grandes. Pero eso es algo que se hace por preferencia de los usuarios, no por necesidad.
Los dispositivos de almacenamiento de información son el caso más obvio. Un disco duro externo que cabe en la palma de nuestra mano puede almacenar sin problemas varios terabytes de datos. Y las tarjetas Micro SD, que son escasamente del tamaño de la yema de un dedo, ya son capaces de almacenar en torno a 1TB.
Lo mismo ocurre con cualquier dispositivo que usamos diariamente. Smartphones, cámaras, televisores, ordenadores… Todo es mucho más potente y funcional que hace años, pese a que el tamaño de sus componentes se ha reducido de manera significativa.
Teniendo esto en cuenta, no es extraño que algunas empresas hayan imaginado la posibilidad de crear dispositivos minúsculos que podamos implantar bajo nuestra piel, eliminando así la necesidad de cargar con un producto encima.
Algunos expertos predicen que durante la próxima década veremos cómo llegan al mercado diferentes dispositivos inteligentes implantables en nuestro cuerpo. Y estas predicciones no están basadas solo en su imaginación; ya ha habido varios implantes de este tipo.
En varias ocasiones se han implantado pequeños chips en el cerebro que pueden controlarse desde cualquier smartphone y permiten controlar la actividad cerebral y ciertas funciones motoras.
Y algunas empresas han desarrollado implantes tecnológicos que tienen uso práctico en el día a día. Por ejemplo, en I am ROBOT han creado implantes NFC que se insertan bajo la piel de las manos.
Estos pequeños chips cumplen con todas las funciones que tienen los dispositivos NFC corrientes. Por ejemplo, permiten transmitir pequeñas cantidades de información, realizar pagos, o incluso abrir puertas con cerraduras aptas para ello.
Dado que ya es posible tener un chip NFC implantado en nuestra mano, es de suponer que en los próximos años veremos cómo otros dispositivos siguen el mismo camino. Por lo que es muy factible que las predicciones de los expertos se hagan realidad.
Impresión 3D de material orgánico
Otro gran cambio que hemos visto en los últimos años, especialmente en lo que respecta a la manufacturación de productos, es la implementación de impresoras 3D. Son capaces de crear desde los objetos más sencillos hasta productos muy complejos.
Originalmente las impresoras 3D estaban bastante limitadas. La mayoría utilizaban diversos compuestos plásticos para la impresión, tardaban gran cantidad de horas en terminar un proceso, y no eran especialmente buenas con los proyectos más detallados.
Pero como pasa con todo en el mundo de la tecnología, han mejorado rápidamente, permitiendo implementarlas en campos muy diversos, y haciéndose poco a poco mucho más asequibles.
No obstante, las impresoras 3D no han alcanzado ni remotamente el límite de su potencial. Hay una idea que lleva tiempo sobre la mesa, y que se está convirtiendo poco a poco en realidad: la impresión de tejido orgánico, más conocida como bioimpresión.
Las aplicaciones de este tipo de tecnología se centran sobre todo en el campo de la medicina, ya que la impresión 3D podría permitir imprimir órganos y diversos tejidos destinados a la investigación, a la práctica de procedimientos quirúrgicos, e incluso a trasplantes.
De hecho, como ya contábamos hace unos meses en este reportaje, diversos laboratorios y centros de investigación ya han logrado bioimprimir varios órganos y partes del cuerpo con éxito.
Estos órganos todavía no son funcionales, y todavía se ha experimentado muy poco con ellos. Pero sus ventajas son obvias, por lo que podemos esperar grandes avances en la próxima década, y quizá grandes cambios en la medicina gracias a ello.
Por ejemplo, quienes necesitan un trasplante no tendrían que pasar meses, o incluso años, esperando hasta que haya un órgano compatible para ellos. Una impresora podría crear cualquier órgano en cuestión de horas, lo que supondría no solo mejorar la calidad de vida de muchas personas, sino incluso salvar vidas.
No obstante, las aplicaciones de la bioimpresión no se limitan al campo de la medicina. La industria alimentaria podría beneficiarse enormemente de la bioimpresión, ya que permitiría obtener ciertos productos de manera ética.
El principal uso que se le ha dado en lo referente a la alimentación es la bioimpresión de productos cárnicos. La ganadería es una de las actividades humanas más contaminantes, y ante la creciente preocupación por el cambio climático y el bienestar animal, algunas empresas han desarrollado alternativas centradas en la impresión 3D.
La opción que plantean es imprimir directamente carne, sin necesidad de gastar grandes cantidades de recursos en ganado, y evitando también el sacrificio de animales en el proceso.
Algunas compañías usan células animales para su bioimpresión de carne. Las células pueden obtenerse de un animal vivo, y cultivarse para que se multipliquen, generando así la materia prima necesaria para la bioimpresión.
Pero otras, como la empresa española NOVAMEAT, utilizan proteínas vegetales para imprimir carne vegetal. Puede que no proceda de un animal, pero gracias a la cantidad de investigación que han realizado, el resultado final tiene el mismo sabor, textura y apariencia que un trozo de carne real.
En ambos casos, los beneficios van más allá de ayudar a combatir el cambio climático y evitar la muerte de animales. Al ser creada de manera artificial, podría alterarse la carne impresa para eliminar sustancias que causan problemas de salud, como el colesterol, y añadir otras beneficiosas para nosotros, como el Omega 3.