A menudo, la realidad supera a la ficción. Los agentes de tráfico se ven en vueltos en situaciones dignas de una película de humor. Pero pudo acabar en drama.
La Guardia Civil de tráfico se enfrenta a menudo con situaciones surrealistas. Pero esta denuncia que nos cuenta nuestra compañera Noelia López en Auto Bild, rompe todos los moldes.
Según consta en el informe de los agentes de Tráfico de A Coruña, dieron el alto a un conductor en la autovía A-6, a la altura de la localidad de Abegondo, porque no llevaba el cinturón de seguridad.
Al tomar los datos para la sacción, se dieron cuenta de que el número de matrícula no se correspondía con la antigüedad del vehículo. Le pidieron la documentación al conductor, y éste les entregó un pasaporte y un carnet de conducir de la República Errante Menda Lerenda, asegurando que era diplomático. Y ahora empieza lo mejor…
Cuando los agentes le pidieron una documentación real, la actitud del diplomático se volvió violenta. Pisó el acelerador y se dió a la fuga. Fue perseguido por varias patrullas y llevó a cabo varias maniobras ilegales. Incluso llegó a circular un tramo en sentido contrario.
Finalmente llegó a una aldea de Oza-Cesuras, se metió en una casa y se atrincheró, mientras seguía repitiendo que era diplomático de la República Errante Menda Lerenda.
Por suerte los agentes consiguieron convencerle para que se entregase. Descubrieron su verdadera identidad y comprobaron que estaba siendo buscado por varios delitos. Además había cambiado las matrículas del coche y había perdido todos los puntos de su carnet de conducir real. Se negó a realizar la prueba de drogas y alcoholemia, que también es un delito.
Ahora deberá enfrentarse a un juicio por acusaciones de conducción temeraria, circular sin permiso, resistencia a los agentes de la autoridad, negativa a identificarse y falsedad en documento público, falsedad de placas de matrícula, y negativa a realizar el test de drogas y alcoholemia.
Seguro que la multa va a ser considerable, e incluso los delitos pueden acarrear penas de cárcel. Ni siquiera un diplomático de verdad se habría librado de la sanción… ¿o tal vez sí?