El año de la pandemia, queda poco para que termine el 2020, aunque este cierre no nos asegura el poder dejar la pesadilla atrás. En 2021 el coronavirus seguirá provocando la crisis sanitaria y económica que hemos visto nacer en estos meses, solo una noticia parece augurar algo de mejoría, la llegada de la vacuna.
Decía hace unos días Tedros Adhanom, director de la OMS, que las vacunas presentadas estas últimas semanas hace ver la luz al final de túnel. Sin embargo, al otro lado del debate se encuentran los negacionistas, los antivacunas de toda la vida a lo que se han sumado más personas por las dudas que ha despertado este virus y la rapidez con la que se han creado esas vacunas.
Una encuesta de El País rebeló hace unos días que solo el 24,1% de los españoles se vacunaría lo antes posible contra la covid. Un 36,9% optaría por esperar un tiempo antes de hacerlo, un 20,6% solo se pincharía de ser estrictamente necesario. El dato más preocupante, es aquel que indica que cuatro de cada diez españoles cree que hay una conspiración detrás de las vacuna.
Esa negativa o reticencia a ponerse la vacuna podría mitigarse según se vayan teniendo más datos sobre estas vacunas. A pesar de la que OMS asegura que cada año las vacunas de las distintas enfermedades evitan alrededor de 2 a 3 millones de fallecimientos, los ciudadanos no estamos familiarizados con el proceso, con su historia.
Los inicios de la vacuna
Hace más de 200 años en Reino Unido, el científico Edward Jenner se encontraba estudiando la enfermedad de la viruela. Jenner se dio cuenta que las mujeres y otras personas del ámbito rural que dedicaban gran parte de su tiempo a ordeñar vacas parecían tener mayor resistencia frente a esta enfermedad. El motivo era que ya habían sido infectadas por la viruela bovina, un virus mucho menos peligroso que la que afectaba a las personas, tras pasar los síntomas leves de la viruela bobina estas mujeres habían generado anticuerpos, como sabemos ahora.
Ante esta observación, en 1796, Jenner realizó un experimento. Decidió raspar el brazo de un niño de a penas 8 años llamado James Phipps con material de una llaga provocada por la viruela bovina que había contraído una mujer en una granja. Después inyectó en el pequeño la viruela humana tan mortal entre los de su edad. Él esperaba que el procedimiento inmunizara al niño contra la mortal infección de la viruela y de hecho, así fue. El niño no contrajo la enfermedad, era inmune gracias a la inoculación previa de la viruela de la vaca.
Este experimento se conoce como el inicio de las vacunas, término que nace de la palabra vaca y del concepto de viruela vacuna. Se lo debemos a Louis Pasteur que en 1881 quiso homenajear a su predecesor. Pasteur desarrolló un experimento con una vacuna antiantráxica en carneros y vacas. Al comunicar los resultados, Pasteur introdujo el término de vacuna y confirmó la utilidad de esta técnica de prevención que tantas vidas salva actualmente.
Desde entonces su uso ha salvado muchas vidas, se ha erradicado la viruela, reducido las tasas de mortalidad infantil en el mundo y evitado discapacidades permanentes como la parálisis que causa la poliomielitis. Pero, al margen de los antivacunas, la principal desconfianza de los ciudadanos ahora mismo se centra en la vacuna del coronavirus, no en las demás vacunas ya probadas y estudiadas durante años.
El proceso para crear una vacuna
Los laboratorios de todo el mundo están trabajando a contra reloj, aún así se trata de un proceso muy completo y largo. Una vacuna tiene que pasar por un montón de pruebas antes de dársela a la gente. Todas esas pruebas tiene que demostrar dos cosas: eficacia y seguridad.
FASE 0
En la fase cero o fase preliminar, la vacuna se prueba en animales de laboratorio o in vitro. El objetivo es descubrir si los efectos son positivos y/o negativos. Los ensayos de esta fase pueden durar meses hasta dar con la fórmula más efectiva y beneficiosa.
FASE I
Tras meses, en la fase I, las pruebas pasa a realizarse en grupos pequeños de personas. El número puede variar entre 20 y 100, lo que se considera una dosis pequeña. Muchas vacunas fracasan en esta fase al mostrar efectos secundarios o incluso infecciones en las personas a las que se les ha administrado.
FASE II
Una vez se ha dado con la dosis adecuada y se ha comprobado que es segura, el siguiente paso se conoce como fase II. Después de la seguridad, hemos dicho que el otro requisito es que sea una vacuna eficiente y estos es lo que se comprueba en la fase II.
Para saber si puede proteger a los seres humanos del virus, es necesario usar la vacuna con un número más grande de personas entre cientos y miles. Muchas de las vacunas de las que se están hablando ahora han pasado ya esta fase y hacen gala de la efectividad de cada una. La mayor parte de las vacunas y medicamentos suspenden en la fase II, al no funcionar con las personas, aunque hubieran funcionado antes en ratones o in vitro.
Bajo este proceso, las vacunas más comunes y conocidas se han estado probando durante décadas, el problema es que ahora no tenemos tanto tiempo. Muchas de las dudas que despierta la posible vacuna del coronavirus se debe a esa aceleración del proceso, a esa rapidez con la que se ha creado. Para conseguir estos tiempos récord, se ha invertido mucho dinero, cientos de laboratorios están implicados en este objetivo, algo que no ha pasado con otras enfermedades como la malaria o el zika.
Además, las pruebas se han conseguido acelerar con una técnica que se conoce como modelos controlados de infección humana. Es decir, en vez de esperar a que las personas con la vacuna se contagien o no, los voluntarios aceptan contagiarse deliberadamente para poner a prueba cuanto antes la eficacia de la vacuna.
Diez años de estudios condensados en uno
En poco menos de un mes se han presentado hasta tres vacunas nuevas capaces de servir en la lucha contra la COVID-19. Desde que el coronavirus se convirtió en una pandemia global hemos oído hablar de la necesidad de tener una vacuna para frenar el nivel de contagio y muertes de esta enfermedad, pero parecía que no iba a llegar nunca. Ya hemos visto que el proceso de creación de una vacuna para una enfermedad nueva no es sencillo, barato ni rápido, por eso la posibilidad de tener dentro de unos meses más de tres vacunas distintas, levanta sospechas.
Pfizer, Moderna y Astrazeneca
Las últimas en aparecer han sido la vacuna de Pfizer, Moderna y Astrazeneca. Las tres con sus similitudes y diferencias. La vacuna de Pfizer tiene una eficacia de 95% y se tiene que conservar entre -70 y -80º de temperatura, además cuesta unos 33 euros. Mucho más cara es la vacuna de Moderna cuyo precio va desde los 52 a los 62 euros, aunque sus condiciones de conservación son algo mejores, a -20ºy su eficacia es de 94,5%.
En último lugar se ha presentado la vacuna de la Universidad Oxford y la empresa Astrazeneca. Su eficacia es algo menor con un 70,4%, aunque podría aumentar al 90%. La ventaja es que es mucho más barata al proceder de otra enfermedad muy común entre los chimpancés (recordemos la primera vacuna basada en la viruela de las vacas). Solo cuesta 6 euros y sus creadores han decidido suministrarla gratis mientras siga habiendo pandemia. Además se puede conservar a 2 u 8º, como en una nevera normal. Sus datos de eficacia aún están por confirmar y estudiar en mayo profundidad. Esa diferencia entre el 70 y 90% de eficacia depende de la forma en la que se administren las dosis.
Durante las últimas fases de estudio de esta última vacuna, la Universidad de Oxford administró diferentes dosis a varios grupos. Por ejemplo, el primer grupo de 2.700 personas recibió media dosis inicial seguida de una dosis entera después de un mes. La eficacia de este grupo es de un 90%. Por otro lado, un segundo grupo de 9.000 personas recibieron las dos dosis completas y su resultado de eficacia fue del 62%. Ese 70% al que se refieren los investigadores corresponde a la media de todos los grupos de estudio.
Esto es algo común en la creación de vacunas, una mayor cantidad no siempre significa que sea más eficaz. En este caso parece que las personas que reciben esas dosis más bajas al principio han desarrollado una mayor inmunización contra el virus. Aún así, aún hace falta hacer más pruebas que confirmen esta tendencia y, de ser así, la eficacia de la vacuna de Oxford y Astrazeneca sería del 90% similar a las otras vacunas, pero más barata y fácil de conservar.
Las fases se han solapado ante la emergencia sanitaria
La ONU ha calificado todos estos anuncios como una buena noticia. Para José Antonio López Guerrero, director del Departamento de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO), estas vacunas se podrían considerar el hito del siglo, «hemos acortado casi 10 años de investigación en el desarrollo de vacunas a uno, sin renunciar a ninguno de los controles que hará que la vacuna sea segura» ha explicado esta semana en una entrevista en el informativo de Antena 3.
Aunque entre la población ha creado dudas la reducción de tiempo para conseguir una vacuna, esto ha sido posible con una gran inversión de dinero por parte de países y farmacéuticas, para la vacuna de Oxford el Gobierno de Reino Unido ha invertido 90 millones. También se han dedicado muchos más laboratorios y personal del habitual, como ya hemos reflejado antes.
Las fases clínicas se han solapado, por ejemplo, según se iban recogiendo resultados positivos se elaboraba en paralelo la logística para su fabricación, envasado y posterior distribución. Así, para cuando instituciones como la Agencia Europea de Medicamentos hayan dado el viso bueno a cada vacuna, las dosis ya estarán listas para distribuirse y llegar a los países que las han reservado con antelación.
También lo ha explicado así para TVE Isabel Sola, codirectora de Laboratorio de Coronavirus del CSIC, que califica los resultados de las tres vacunas de esperanzadores. Sola indica que aún son resultados preliminares que deben volverse más transparentes y ser aprobados por los organismos institucionales para ser administrados a la población.
En estos primeros meses de estudio las farmacéuticas han podido recabar la información sobre la eficacia y seguridad de su vacuna, es decir, los datos primordiales para poner en marcha su aprobación y venta. Otros datos como el tiempo que dura la inmunidad de la vacuna se pueden recopilar más adelante, al no ser tan necesarios en una emergencia sanitaria como la actual, según Isabel Sola.
También Margarita del Val, viróloga del CSIC advierte que los resultados son prometedores pero preliminares. Es una de las voces más críticas con el entusiasmo generado por las nuevas vacunas, en todas las entrevistas que concede recalca que, de momento, las vacunas solo han demostrado proteger de los casos más leves y moderados. «Tendremos que seguir toda la población con las mismas medidas de restricción durante muchos meses hasta que no estén vacunados el cien por cien de todos los vulnerables» advierte.
La vacunación en España
A España le toca el 10% de las dosis reservadas por la UE entre todas estas vacunas, unos 80 millones de inmunizaciones en el primer trimestre de 2021. El Gobierno quiere empezar a vacunar en el mes de enero, primero a sanitarios y luego a mayores de 60 años que viven en residencias, para seguir con una escalera de población hasta los menos vulnerables.
En España no es obligatorio vacunarse, ni tampoco se puede elegir que vacuna preferimos, se administraran por todo el país todas las vacunas que se lleguen a aprobar, ya sean de Pfizer, Moderna u otra empresa. Los expertos aseguran que todas son igual de buenas y seguras si se aprueban por la Agencia Europea del Medicamento.
Quedan algunos meses hasta que se comience la campaña de vacunación, los virólogos aconsejan no relajarse en cuanto a las medidas de protección frente a contagios. Una vez esté la vacuna lista se sabrá más sobre ella, se habrá tenido más tiempo para demostrar su eficacia y seguridad para mayor tranquilidad. Los científicos nos recuerdan que es la mejor forma de proteger a los nuestros de una enfermedad que ya se ha cobrado más de un millón de fallecidos en el mundo.