Si nunca consigues dormirte pronto por la noche y te resulta prácticamente imposible madrugar por la mañana, tu problema puede deberse a una mutación genética, de acuerdo con un estudio.
Hay personas que, por mucho que se esfuercen, no son capaces de dormirse temprano. Aunque estén muy cansadas, les resulta imposible conciliar el sueño al menos hasta pasada la medianoche. Y claro, esto luego se nota por la mañana: al dormirse tan tarde, les cuesta horrores madrugar.
Si esto es lo que te pasa a ti, que sepas que es un problema para dormir muy común que se llama síndrome de la fase de sueño retrasada (SFSR). Se trata de un trastorno en el ritmo circadiano del sueño que hace que sea imposible dormirse hasta altas horas de la noche (a menudo hasta pasadas las 2 de la madrugada), y también de despertarse pronto por la mañana.
En el año 2017, los científicos del laboratorio del premio Nobel Michael W. Young de la Universidad Rockefeller descubrieron que hay una mutación muy común que causa este trastorno del sueño, y ahora un estudio de la Universidad de California – Santa Cruz ha revelado más información al respecto, señalando el camino hacia posibles tratamientos.
Los ciclos diarios fisiológicos están impulsados por las interacciones cíclicas de las proteínas del reloj biológico en nuestras células. Las variaciones genéticas que cambian las proteínas del reloj biológico pueden alterar la sincronización y causar trastornos en la fase del sueño, dando lugar a los modelos de ciclo de sueño conocidos como alondra madrugadora y búho nocturno.
La explicación de estos modelos es la siguiente: un ciclo de reloj biológico hace que las personas se vayan a dormir pronto y se despierten antes de lo normal (el efecto de alondra madrugadora), por el contrario, un ciclo alargado hace que los sujetos se queden despiertos hasta tarde y duerman hasta tarde (el efecto de búho nocturno).
La mutación genética detectada en 2017 la tiene aproximadamente una de cada 75 personas de ascendencia europea, por lo que resulta muy común. Afecta a una proteína llamada criptocromo, una de las cuatro principales proteínas del reloj biológico. Dos de las proteínas, CLOCK y BMAL1, forman un complejo que activa los genes de las otras dos, PER y criptocromo, que luego se combinan para reprimir la actividad del primer par, apagándose y comenzando nuevamente el ciclo. Este circuito es el mecanismo central del reloj biológico, que impulsa las fluctuaciones diarias en la actividad genética y los niveles de proteínas en todo el cuerpo.
Ahora, el equipo de la Universidad de California – Santa Cruz ha identificado cómo afecta exactamente la mutación del criptocromo al ciclo circadiano. Lo que sucede es que cuando el criptocromo se une al complejo CLOCL-BMAL1, se queda fuera un pequeño segmento en la «cola» de la proteína. Sin él, el criptocromo se une con más fuerza y alarga la longitud del reloj cada día.
Gracias a este hallazgo, el equipo ahora está trabajando en la búsqueda de medicamentos que puedan completar la ausencia de este segmento. El objetivo consiste en restablecer el funcionamiento normal del reloj biológico para que puedas dormirte pronto si lo deseas y que no te cueste tanto madrugar.
[Fuente: EurekAlert]