Poco a poco la medicina comienza a incorporar las terapias digitales, también llamadas terapias digicéuticas. En Estados Unidos ya están reguladas.
La realidad virtual se usa principalmente en videojuegos y en experiencias sensoriales y educativas, aunque cada vez tiene más presencia en las empresas. Y en los hospitales.
Un equipo de investigadores de la Escuela Politécnica de Lausana, West Virginia University Rockefeller Neuroscience Institute y la Universidad de Ohio, han concluido que la realidad virtual potencia los efectos de algunas terapias contra el dolor crónico.
Este estudio, publicado en Wolters Kluwer y en la revista científica PAIN, ha probado la realidad virtual con pacientes que sufren dolor crónico y se someten a la terapia SCS, o Estimulación de la Médula Espinal. Consiste en aplicar pulsos eléctricos que interrumpen las señales del dolor en el cerebro.
Podríamos pensar que la realidad virtual tiene aplicaciones de evasión que ayudan a relajarse o a romper el aislamiento. De hecho también se ha probado con éxito en pacientes que deben permanecer en cama o con personas ancianas que no pueden viajar, para llevar a cabo viajes virtuales.
Pero en este estudio en concreto, la realidad virtual no se ha usado para viajar, sino para potenciar la realidad.
Lo que han hecho los médicos es mostrar a los pacientes, durante el tratamiento, una representación virtual de su cuerpo. A un porcentaje de pacientes se les mostraba exactamente en qué lugar se le aplicaban los pulsos eléctricos, en tiempo real, y los efectos beneficiosos que provocaba. A otros se les mostraba otro lugar diferente que no se correspondía con el que recibía los pulsos. Y un tercer grupo usaba la realidad virtual pero no recibía ningún tratamiento.
El dolor subjetivo en las personas que usaban la realidad virtual en donde no se mostraba correctamente el lugar de las descargas eléctricas se redujo un 23%. En aquellas en donde se reflejaba correctamente, un 44%.
Los investigadores no saben por qué se produce esta mejora, aunque la explicación más razonable es que usar la realidad virtual durante el tratamiento contra el dolor crónico produce un efecto de distracción y concentración que hace que sea más efectivo.
Pero lo más interesante es que este efecto positivo actúa como un analgésico, es decir, la reducción del dolor crónico se mantiene tiempo después de terminar el tratamiento.
Este tipo de terapias, que el estudio llama digicéuticas, pero que normalmente se denominan terapias digitales, ya están reguladas por la FDA norteamericana, a través de su recién estrenado Centro de Excelencia de Salud Digital.