Seguro que en tu armario tienes alguna camisa con un gancho o bucle en la parte de atrás. No es una cuestión de moda: hay una divertida historia asociada a él.
Normalmente ningún elemento de un producto fabricado de forma industrial, ha sido diseñado al azar. Quizá no sepamos qué significan las siglas YKK que tienen grabadas muchas cremalleras, o para qué sirve el pequeño bolsillo de los pantalones tejados. Pero todo está ahí por una razón de ser.
Otro entretenido ejemplo es el gancho o bucle que tienen algunas camisas en la parte central de la espalda. Suele ser más común en las camisas de invierno, pero se puede ver en todos tipo de tejidos y diseños, tanto para hombre como para mujer. ¿Por qué está ahí?
A primera vista parece tener una función decorativa, ya que es casi tan pequeño como un ojal, y no sirve para colgar la camisa en la mayoría de las perchas. ¿Tiene alguna función?
Pues lo cierto es que sí. A principios del siglo XX este gancho se añadió a las camisas que usaban los marineros de los barcos mercantes, para que las pudiesen colgar en unos ganchos que tenían en su camarote. Eran tan pequeños que no había sitio para armarios, y por eso las camisas en colgaban en ganchos.
Este elemento se mantuvo en algunas prendas que se pusieron de moda entre los más jóvenes, en los años 60, hasta el punto de que lo usaban cómo un código para ligar.
Según cuenta MentalFloss, en ciertas escuelas norteamericanas, cuando un chico tenía pareja cortaba el gancho de su camisa. En el caso de las chicas, enganchaban a través de él el pañuelo de su novio, para indicar que no querían ligar con nadie más. En aquella época el bucle estaba situado más arriba, a la altura del cuello.
La marca de camisas Moss llegó a recibir quejas porque sus ganchos eran muy fuertes, y no se podían romper con facilidad. Incluso existía una empresa que vendía bucles de quita y pon, que los estudiantes colocaban o quitaban de sus camisas, según tuviesen o no pareja en ese momento.
Un curioso complemento que, sorprendentemente, aún no ha desaparecido, pese a que ya no tiene utilidad.