Los éxodos entre aplicaciones que se han producido este último mes y la situación política en gran parte del mundo, plantean una nueva amenaza para Signal.
Cuando a principios de año WhatsApp informaba de sus próximos cambios en la política de privacidad del servicio, la reacción de los usuarios no fue la esperada. Facebook se vio obligado a retrasar la fecha de este cambio y diseñar una campaña informativa para no perder usuarios frente a aplicaciones alternativas.
Signal fue uno de los principales beneficiarios de esa masa de usuarios de WhatsApp que comenzaron a buscar frenéticamente nuevas apps de mensajería más seguras y privadas. Signal se posicionó rápidamente en el número uno de las tiendas de aplicaciones en más de 70 países. Sin embargo, expertos en ciberseguridad alertan que tanto Signal como Telegram (dos de las nuevas favoritas) tampoco son perfectas en términos de privacidad.
Así, con este rápido crecimiento, estas nuevas aplicaciones se enfrentan a diversos retos para mantenerse como las alternativas más respetuosas de WhatsApp. Uno de los principales riesgos confronta la privacidad de los mensajes y usuarios, con la llegada de grupos extremistas violentos a estas aplicaciones. Telegram ya ha sido acusada por este tema y empleados de Signal se han mostrado preocupados por esta posibilidad.
En un reportaje publicado en The Verge, varios empleados de Signal muestran su preocupación por los pocos mecanismos que tiene la aplicación para expulsar a esos grupos violentos de la plataforma. Es más, Signal está preparando una función que permitirá que cualquiera se sume a su servicio sin la necesidad de indicar el número de teléfono. Esta era una de sus principales puntos débiles a la hora de preservar la identidad de todos los usuarios en secreto, aunque sin el teléfono también se podrían crear cuentas falsas haciéndose pasar por otra persona.
Esta aplicación de mensajería se apoya en, Signal Foundation, una organización sin ánimo de lucro que consigue financiación a través de las donaciones de los usuarios y otras ayudas como por ejemplo del cofundador de WhatsApp, Brian Acton, que donó 50 millones para su creación. «Estamos organizados como una organización sin fines de lucro porque sentimos que la forma en que Internet funciona actualmente es una locura» ha explicado su director ejecutivo, Moxie Marlinspike.
Su uso del cifrado de extremo a extremo lleva años ayudando a activistas, disidentes y periodistas a proteger sus identidades frente al abuso de algunas agencias nacionales y gobiernos. Esta aplicación ya protagonizó un aumento de usuarios durante las protestas del movimiento Black Lives Matter, cuando decidieron incluir la distorsión facial para los vídeos que se compartían en esa aplicación y así proteger a los manifestantes de las represiones policiales.
«Ese es el tipo de caso de uso que realmente queremos apoyar”, ha dicho Marlinspike al periodista Casey Newton, «personas que quieren tener más control sobre sus datos y cómo se utilizan, y que quieren existir fuera de la mirada de las empresas de tecnología«. No obstante esta protección también podría dar cobijo a otros grupos como los que fomentaron el asalto al Capitolio en Washington el 6 de enero.
Esta aplicación protege tanto los mensajes de los usuarios, como los nombres o iconos elegidos para los grupos en donde pueden llegar a reunirse unas 1.000 personas. El pasado 28 de octubre, además, lanzaron una nueva función con la que es posible crear un enlace público para que cualquiera se sume al grupo de forma rápida. De momento, no se ha visto a grupos extremistas publicar enlaces como estos, lo que podría significar que estos movimientos violentos todavía no utilizan Signal para esconder su planes, aunque con las medidas de seguridad de la app es difícil saberlo.