Fue hace unos dos o tres años. Mauri Stern no tiene con precisión el año, pero sí la impresión que le causó “Yo soy” la primera vez que pisó su set. “Vine como invitado con Magneto”, dijo en conversación con RPP Noticias. “Y me acuerdo del programa y que me impactó su calidad. Como artista se me había quedado grabado”, añadió.
La siguiente vez que regresó al reality de canto e imitación ocurrió en diciembre de 2020, cuando le propusieron ser parte del jurado. El artista mexicano aceptó con entusiasmo y lo vio como una oportunidad para dar a conocer al público su otra faceta como productor ejecutivo y artístico. “Me ilusionaba estar en esta silla y que podía aportar algo personal y diferente”, señaló.
Así, tras ser presentado como el nuevo jale del jurado junto a Tony Succar, Stern ha ido ganando a pulso una imagen que ya Morán había explotado por su acidez y arrolladora franqueza al valorar la performance de los concursantes. Para el cantante de Magneto, su exigencia debe estar a la altura de la edición de “Yo soy: Grandes Batallas”.
La respuesta del público no se ha hecho esperar. Y más allá de marcar distancia con el músico, los televidentes disfrutan de ver ese estilo que dicta, a la vena, un elogio o una sentencia. «El público agradece el ser directo, porque la gente se ha vuelto así. La gente se ha vuelto cada vez más experta en lo que le gusta o no y eso se agradece«, indicó Stern.
En unas semanas, te has formado la imagen del tipo duro, acucioso, mordaz. ¿Eres así siempre, más allá de lo que proyectas en la televisión?
Es parte de mi esencia como he crecido en la industria de la música: atrás con Magneto, después como manager y luego como productor ejecutivo y artístico en proyectos de Franco de Vita, Alejandra Guzmán, Ha*Ash o Ednita Nazario… Lógicamente, cuando te hablo de ese nivel de artistas, no son concursantes, con todo el respeto y cariño. Pero cuando aparecen actos con mucho nivel, ya sean Mon Laferte o [Ricardo] Montaner o Django, lo único que hago es disfrutármelo, ayudarlos un poquito y celebrarles el trabajo que han hecho. Cuando te enfrentas con consagrados de verdad, que son totalmente profesionales, hay un nivel muy alto, pero no cambia tu nivel de exigencia con tu equipo de producción. Sí, es parte de mí ser exigente conmigo mismo y con el equipo.
Has tenido más de un punto de vista distinto al de tus colegas del jurado. ¿Se pecaba de ser muy suave con los concursantes?
Yo no vine aquí a juzgar el gran trabajo que han hecho en estos años. Vengo a enfrentarme a los concursantes con mi visión como ejecutivo de la música y artista, pero no nos olvidemos de una cosa: hay una razón muy clara por la que “Yo soy” es el programa número uno en el Perú. Entonces sería injusto de mi parte decir si fueron suaves o no. Yo vengo a poner mi estilo. Pero hay que reconocer que ellos construyeron esto y por algo es exitoso. Algo hacen muy bien. Que tenemos estilos distintos a la hora de enfrentarnos a los concursantes, es parte de que esto tenga fuego y exigencia. Cada día nos estamos conociendo más y desde un lugar auténtico cada uno de nosotros aporta lo mejor que podamos. Y lo estamos haciendo mejor que nunca.
¿Cuál crees que es, finalmente, tu función como jurado: ayudar a los concursantes a ajustar algunos detalles o sentenciar quién merece pasar a la siguiente ronda?
De cada concursante, no. Me trajeron a las “grandes batallas”. Si me traen a audiciones o a un proceso distinto, será, tal vez, otra cosa, igual con exigencia y los ayudaré de una manera distinta. Pero para mí, en grandes batallas, hay consagrados y excelencia, y ayudar a alguien de medio para abajo, no. Ayudamos de medio para arriba y casi de tres cuartos para arriba.
Así como eres de exigente con los concursantes y las estrellas con las que trabajas. ¿Hubo un Mauri Stern detrás del Mauri Stern que vemos ahora?
He tenido grandes maestros en mi vida que han puesto la presión correcta en mí para ser mejor. El Magneto de “Vuela, vuela” es un mejor Magneto de “40 grados” por Tomás Muñoz de Sony Music Nueva York. Tuvimos un manager muy trabajador, que es Toño Berumen, con el que conseguimos que Magneto fuera el boy band número uno de Latinoamérica. Y, por otro lado, me han dado producciones de Rosario Flores o de Belinda, donde me he enfrentado a directores artísticos que han sido grandes aliados y maestros míos y que, en su momento, me hablaron con mucha crudeza, porque conocían su potencial. No hay en esta industria de la música más que alguien que te pueda ver desde afuera y creer y confiar en tu potencial, y a veces requiere de dureza y de verdad. Porque es muy fácil no decirles nada y dejarlos en un lugar de bajo nivel.