Tras 11 meses sin ningún contacto, viajando aún más sola de lo normal por los confines del Sistema Solar, la sonda Voyager 2 y su antena de Camberra en Australia se han vuelto a comunicar.
En marzo del año pasado se anunció que la sonda espacial Voyager 2 se quedaría sola durante 11 meses. La antena que suele recibir todos sus mensajes desde Canberra Australia necesitaba una puesta apunto y es la única capaz de hablar con la sonda por su posición, tamaño y potencia.
El miedo era que, tras tantos meses, no se pudiera retomar el contacto, esta madrugada la NASA lo ha conseguido. La preocupación de perder antes de tiempo a esta sonda, llevó a los investigadores a hacer una pequeña prueba de contacto en octubre.
La antena DSS 43 tiene 49 años y antes de la actualización, muchos de sus componentes principales tenían más de cuatro décadas. La puesta apunto perseguir que esta antena fuera capaz de conseguir una «precisión de puntería del ancho de un cabello en una estructura móvil de 4.000 toneladas» ha explicado Glen Nagle, gerente del centro de divulgación de Camberra a The Register.
El primer mensaje entre la Tierra y la Voyager 2 después de tanto tiempo consistía en una instrucción donde se le indicaba que debía reiniciar un reloj interno que si el cuál la sonda pasaría automáticamente al modo de suspensión. Tras 35 horas de espera, se recibió la respuesta de Voyager 2 indicando que había reiniciado el reloj con éxito.
En la página oficial de la Voyager 2 se indica el tiempo que lleva viajando ininterrumpidamente y por donde se encuentra ya. Está exactamente a 18.800.022.000 km de la Tierra y se mueve a 15,37 kilómetros por segundo. De momento, funcionan cinco de los diez instrumentos con los que despegó en 1977.
Sin embargo, el Generador Termoeléctrico de Radioisótopos (RTG) que le proporciona electricidad se degrada un poco cada año. La NASA calcula que ambas sondas podrán mantener el contacto hasta el 2032 cuando posiblemente se agote la batería. Para entonces pude que haya dejado atrás la Nube de Oort, la última región donde aún se encuentran objetos afectados por la gravedad del sol, es la última frontera del sistema solar. Su viaje, entonces, habría durado 55 años, medio siglo más de lo que se estableció su misión en un principio.