Con el reloj en contra, el gobierno del presidente estadounidense Joe Biden parece tomarse su tiempo para desvelar la estrategia con la que quiere salvar el acuerdo nuclear iraní, abandonado por el exmandatario Donald Trump.
¿CUÁL ES LA POSICIÓN ESTADOUNIDENSE?
«Respeto total a cambio de respeto total»: así resume el demócrata su vuelta condicionada al acuerdo de 2015, que se supone impide que Irán adquiera armas nucleares.
En otras palabras, está dispuesto a volver a firmar el acuerdo, y por tanto, a levantar las draconianas sanciones impuestas por su predecesor republicano. Pero solo cuando Teherán asuma nuevamente las restricciones nucleares previstas en el texto.
Sin embargo, la República Islámica, que ha comenzado a ignorar estos compromisos precisamente en respuesta a las sanciones estadounidenses, exige que Washington levante primero todas estas medidas punitivas.
¿CUÁLES SON LOS PLAZOS?
Dentro de una semana, se espera que las autoridades iraníes alcancen un hito que preocupa a los observadores y a los demás firmantes del acuerdo (China, Rusia, Alemania, Francia y Reino Unido). Según una ley aprobada por su Parlamento, controlado por los conservadores, el 21 de febrero Teherán dejará de someterse al estricto régimen de inspecciones internacionales.
«La mayoría de las violaciones» al acuerdo realizadas hasta ahora por Irán, especialmente en el ámbito del enriquecimiento de uranio, «pueden revertirse rápidamente», afirma Kelsey Davenport, de la Asociación de Control de Armas. Varios expertos sugieren un plazo inferior a tres meses.
«Pero las violaciones que Irán tiene previstas para los próximos meses son más graves» y «más difíciles de revertir», advierte Davenport. Empezando por el de las inspecciones, porque «cualquier pérdida de acceso» a los sitios iraníes «alimentará las especulaciones sobre las actividades ilícitas de Irán».
Y en junio, las elecciones iraníes también podrían complicar las cosas si ganan los partidarios de la línea dura.
¿AÚN HAY TIEMPO?
El 21 de febrero se acerca vertiginosamente y «es imperativo que la diplomacia se ponga en marcha», se alarma un exdiplomático de la Unión Europea (UE). Para él, «los próximos 10 días serán cruciales para saber» si es «posible convencer a Irán de renunciar» a esta nueva violación.
«De lo que se trata es de garantizar que ese umbral no se cruce para entonces», coincide una fuente europea, subrayando que también sería una «línea roja para Rusia y China».
Jon Wolfsthal, que asesoró a Biden en estos temas cuando era vicepresidente, asegura que Estados Unidos e Irán «están considerando, antes del día 21, una declaración que muestre su intención mutua de volver a respetar el acuerdo».
¿ES POSIBLE EL DIÁLOGO?
«No nos estamos fijando ningún plazo concreto», zanjó el portavoz de la diplomacia estadounidense, Ned Price, al ser cuestionado el viernes sobre la fecha límite del 21 de febrero.
Oficialmente, el gobierno de Biden, que nombró a Rob Malley -uno de los arquitectos estadounidenses del texto de 2015- como emisario en Irán, se concentra por el momento en contactar a sus aliados europeos y demás firmantes. El diálogo directo con Teherán, tras la ruptura de la era Trump, ocurriría en una segunda etapa.
Pero entre bastidores, «creo que los funcionarios estadounidenses ya han empezado a hablar con los funcionarios iraníes», dice un exasesor de la Casa Blanca bajo el mandato del presidente Barack Obama.
¿CUÁLES SON LAS OPCIONES?
Thomas Countryman, quien fue subsecretario de Estado bajo el gobierno Obama-Biden, cree que el presidente estadounidense podría levantar, mediante un decreto, «ciertas sanciones para demostrar su buena voluntad».
Pero esta estrategia parece poco probable mientras Irán no dé el primer paso. Los líderes de ambos países deben demostrar que no «ceden a la presión», explica Countryman.
La derecha estadounidense, al igual que algunos demócratas, no son partidarios de reanudar el diálogo e instan a Biden a no precipitarse a los brazos de los ayatolás sin garantías concretas.
Otra opción, según el experto, sería una «declaración recíproca de intenciones por parte de Teherán y Washington de volver plenamente al acuerdo», previa a una negociación sobre las modalidades y el calendario.
El jefe de la diplomacia iraní, Mohammad Javad Zarif, sugirió que la UE desempeñe un papel para «coreografiar» el diálogo de los dos países enemigos.
Según una fuente europea, el Viejo Continente puede ser «el eje de estas negociaciones entre estadounidenses, iraníes,
rusos y chinos». «Todo está en el detalle extremo de la secuenciación», dice otro.
Los observadores apuntan a otros gestos por parte de Estados Unidos hacia Teherán para restablecer la confianza, como ayuda con las vacunas contra el covid-19, asistencia humanitaria o garantías económicas, como el desbloqueo de la solicitud iraní de un préstamo al Fondo Monetario Internacional.
(AFP)