Astrónomos publicaron hoy los resultados de un evento cósmico singular: el choque de dos agujeros negros registrado el 21 de mayo de 2019, y que ha arrojado luces sobre un nuevo tipo de agujero negro sobre el que no había indicios más allá de las teorías previas. Este tipo de sucesos que enfrentan a entidades tan grandes ha provocado un agujero negro hasta 142 veces más grande que nuestro Sol.
Este estudio es parte de un trabajo entre astrónomos del grupo colaborativo italoamericano LIGO/Virgo, que estudian las ondas gravitacionales. De acuerdo con las dos publicaciones científicas publicadas, el suceso GW190521 registro el choque entre dos agujeros negros de enorme tamaño, que provocó una onda gravitacional detectada por sistemas láser en la Tierra.
“Se originó a partir de la colisión de dos agujeros negros que son cada uno más pesado que cualquier LIGO / Virgo que haya observado antes”, explica Rory Smith, astrofísico de la Universidad de Monash en Australia que trabaja con la colaboración LIGO / Virgo. “Uno es alrededor de 66 veces más masivo que el sol, el otro es 85 veces más masivo”.
Los científicos determinaron que estos dos agujeros negros han estado “bailando entre sí durante eones”, y que han chocado provocando una enorme masa de energía. Para poner en perspectiva el impacto, un agujero negro tenía el volumen de 66 soles nuestros. El más grande era 85 veces más grande que nuestra estrella.
El impacto generó una onda tan grande que llegó a diversos rincones del universo, y fue registrado por los sensores del del Observatorio de ondas gravitacionales con interferómetro láser dual en los EE. UU. y el detector Virgo en Italia.
“Una de las grandes esperanzas de LIGO y Virgo es descubrir nuevos tipos de sistemas y, con suerte, algo que nos sorprenda”, dijo Meg Millhouse, astrofísica de la Universidad de Melbourne y coautora del estudio. “GW190521 fue definitivamente uno de esos nuevos eventos sorprendentes”.
Pese a las dimensiones del impacto, estos agujeros negros no son de los más grandes y se encuentran dentro de un rango que los científicos identifican como “fantasmal”. Los agujeros negros más pequeños detectados por astrónomos tienen una masa proporcional a diez soles y se les llama “estelares” porque provienen de la explosión de una estrella al final de su vida.
Los agujeros “fantasmales” son aquellos de rango medio, que cuentan con un volumen entre las 65 y 135 veces el tamaño de nuestro sol. Es aquí en donde estuvieron estos dos agujeros negros. Sin embargo, y puede alcanzar una masa superior a los miles de millones de soles. El primer agujero negro de esta naturaleza registrado por el hombre fue el cercano a Messier 87 en abril del 2019.
El descubrimiento del miércoles de la mayor fusión registrada es otra pluma en el límite, pero los científicos aún no han terminado. «Todavía hay mucha ciencia que se puede hacer con este evento», señaló Millhouse.
La última ejecución de observación de LIGO y Virgo terminó en marzo, un mes antes de lo planeado debido a la pandemia de coronavirus, pero se observaron docenas de eventos candidatos y aún se están investigando. La cuarta ejecución de observación del instrumento está programada para comenzar en 2022 y su sensibilidad mejorará gracias a la implementación de un nuevo detector de ondas gravitacionales construido bajo tierra en Japón: el Kamioka Gravitational Wave Detector.