¿Se puede fabricar un combustible igual de limpio que las baterias eléctricas? Porsche dice que sí, pero hay otras condiciones casi insalvables.
La contaminación y los gases de efecto invernadero matan a miles de personas todos los años en las ciudades, y aceleran el cambio climático y los desastres naturales. Y en esto, los coches tienen una parte importante de la culpa.
El cambio al coche eléctrico no es una moda tecnológica, es una necesidad de supervivencia. Los gobiernos y los propios fabricantes ya han tomado una decisión, y avanzan hacia ese cambio real, que llegará alrededor de 2030.
Pero hay marcas y conductores que se resisten al cambio. Los motores eléctricos ya son tan potentes y rápidos como los de combustible, pero se sienten diferentes al volante. Y parece que es algo que muchos no quieren perder. La contaminación o los problemas ambientales es secundario…
Tal como nos cuenta nuestro compañero Luis Guisado de Top Gear, recientemente asistieron a una rueda de prensa ofrecida por Frank Walliser, responsable de la game RS de Porsche. En su 911 GT3 para 2021 la marca alemana ha conseguido mantener una generación más el motor bóxer de seis cilindros atmosférico.
Porsche es una de las marcas que apuesta por mantener el motor de combustible lo máximo posible, al menos en sus gamas más exigentes. Y para conseguirlo están desarrollando combustibles sintéticos que Frank Walliser asegura que «reducen el 85% de las emisiones en la cadena de producción en comparación con la gasolina«, lo que les equiparía a los coches eléctricos… con matices. Porque aunque sean más limpios en la producción del combustible, no lo son cuando se usan, al seguir quemando combustible.
¿Y en qué se diferencia este combustible sintético de la gasolina? Walliser nos lo explica: «Las emisiones son mucho mejores. Estos combustibles sintéticos tienen entre 8 y 10 componentes. Ahora tienen entre 30 y 40. Como es artificial, no tienes derivados, así que es bastante más limpio«.
El diseñador de Porsche asegura que quieren comenzar las pruebas en 2022: «Nos queda un largo camino, pero estamos seguros de que es una parte importante de nuestro esfuerzo global por reducir el impacto del CO2 en el sector transporte. La idea es que no haya necesidad de hacer cambios en el motor. Que todos puedan usarlo sin que se note en las prestaciones«.
Sin duda todo lo que sea contaminar menos es bien recibido, pero el propio Frank Wallister reconocer los obstáculos: «El coste aún es muy alto y no podemos producirlo de una manera muy sostenible, pero estamos viendo, con ayuda de algunos socios, la manera de hacerlos utilizando energía eólica o solar«.
Esos son los grandes problemas de los combustibles sintéticos: son caros de fabricar, no se pueden fabricar en grandes cantidades para suplir a toda la industria, y sigue siendo un proceso de fabricación de un combustible artificial que implica fábricas y desechos.
No es una alternativa real a la electricidad, que sí puede asegurar un abastecimiento global. Pero quizá para gamas muy específicas, los combustibles sintéticos sí puedan ser una solución para los que no quieran perder las sensaciones de los coches de combustible.