La Inspección Técnica de Vehículos o ITV es obligatoria desde 1987 en España, aunque su origen se remonta a hace casi un siglo. En todos estos años, las pruebas técnicas han cambiado varias veces.
Para muchos es una molestia, incluso una pesadilla. Pero la ITV permite que los vehículos circulen con seguridad por la carretera, y salva cientos de vidas al año.
Los coches evolucionan a un ritmo vertiginoso, así que también tienen que hacerlo las herramientas que se utilizan para inspeccionarlos. Hoy vamos a hablar de una de las últimas incluidas en la ITV, el On Board Diagnostics (OBD), que ha supuesto una revolución a la hora de detectar fallos que un técnico especializado no puede encontrar.
Tal como nos explica nuestra compañera Elena Sanz de AutoBild, los expertos de TÜV SÜD en España consideran que en estos 34 años de ITV se han producido dos hitos: «La inspección técnica de ciclomotores en 2007, que incluyó la prueba de velocidad máxima y redujo hasta un 50% las víctimas mortales y heridos, y la prueba del OBD«.
Pero, ¿qué es el OBD? Esta herramienta comenzó a ser utilizada por la ITV en 2018. Se trata de una tecnología de diagnóstico que examina las emisiones, el kilometraje, ABS, sistema electrónico de estabilidad (ESC), sistemas de retención, luces, software o errores que a simple vista no pueden detectar los técnicos.
Lo importante de esta tecnología es que utiliza un software de gestión que evita errores o manipulaciones en el almacenamiento de los datos. También permite leer de forma electrónica el tratamiento de los gases contaminantes detectando defectos del coche que antes no podían ser evaluados.
Las componentes electrónicas e informáticas del vehiculo registran datos, y OBD puede leerlos y analizarlos, para localizar anomalías que no se pueden ver a simple vista, o medir con un instrumental.
La propia ITV reconoce que casi un 10% de los vehículos inspeccionados con este sistema han presentado algún defecto que antes no se podía detectar.
Tanto el OBD como otras herramientas van a tener que cambiar en los próximos años, para adaptarse a los coches eléctricos e híbridos.
Deberán medir valores y aspectos que hasta ahora no se utilizaban, como la seguridad frente al riesgo eléctrico, o comprobar que las baterías sigan siendo útiles con el paso del tiempo, y no se descarguen más rápido de lo recomendable.