China ya ha informado de la caída exacta de su cohete en su reentrada a la atmósfera, sin causar daños materiales ni humanos.
Durante los últimos días la humanidad ha estado mirando al cielo, y lo ha estado haciendo para intentar ver el cohete chino que estaba fuera de control alrededor de la atmósfera y que se estimaba que iba a caer a lo largo del fin de semana, algo que acaba de suceder.
Los restos del cohete más grande de China aterrizaron en el Océano Índico en la madrugada del domingo, y como se esperaba, la mayoría de sus componentes fueron destruidos al reingresar a la atmósfera.
Las coordenadas que han facilitado los distintos medios estatales chinos, datos procedentes de la Oficina de Ingeniería Espacial Tripulada de China, han situado el impacto en el océano, al oeste del archipiélago de Maldivas. De momento no se han facilitado imágenes.
El cohete, de nombre Long March 5B, despegó de la isla de Hainan el 29 de abril y como se esperaba, no ha caído en ninguna zona habitada del planeta, aunque en su trayectoria de reentrada a la atmósfera ha pasado sobre varias ciudades importantes en ruta como Nueva York, Madrid, Roma y Pekín, entre otras tantas.
En todo caso la incertidumbre siempre ha existido, porque aunque la Unión Europea informara de que existía una probabilidad muy baja de que impactara sobre áreas pobladas, el porcentaje bajo estaba ahí sobre la mesa.
Pero esta situación de caída de escombros de operaciones espaciales ha contado con críticas bastante duras desde la NASA, afirmando que “las naciones con viajes espaciales deben minimizar los riesgos para las personas y las propiedades en la Tierra en la reentrada de objetos espaciales y maximizar la transparencia con respecto a estas operaciones”, ha señalado el administrador de la NASA, Bill Nelson en declaraciones recogidas por Reuters. “Está claro que China no está cumpliendo con los estándares responsables con respecto a sus derechos espaciales”, añade.