Estos últimos días estamos viviendo de lleno la crisis de los chips en España y no hay señales de mejora en el futuro próximo.
Hace unos días informamos sobre cómo se está parando la industria del automóvil en España a causa de la falta de semiconductores, una situación insólita que ha empujado a cerrar fábricas y a la que no se le ve solución en el futuro próximo. El problema no es solo el presente, también la lista de espera se amplía ante una demanda que no cesa.
Estos componentes se encuentran en todos los ámbitos, de los móviles a las consolas, los gadgets que llevamos encima, electrodomésticos, ascensores, vehículos… Y la demanda se ha visto impulsada por la pandemia del coronavirus que ha provocado un crecimiento en nuestra digitalización y la compra de productos inteligentes.
Tal es la situación que, según informa Bloomberg, los tiempos de entrega de chips han aumentado en mayo hasta las 18 semanas. Un contexto que empuja a la competición por conseguirlos y a que múltiples empresas frenen sus trabajos.
Además, en función del tipo de chip se ve incrementado este retraso y los que se desarrollan para administrar energía, el flujo de electricidad, tienen una lista de espera de 25,6 semanas. La preocupación no deja de aumentar para inversores y fabricantes de toda clase de equipos que no pueden abastecer el número de pedidos que se amontonan.
En el mundo del automóvil, esta situación se suma a lo vivido en 2020 y se anticipan enormes pérdidas en ingresos, así como regulaciones de empleo y que las listas de espera para conseguir coches ya comprados se alarguen, o que estas desmotiven las mismas compras.
En resumidas cuentas, mientras no se vean cambios en la industria, la falta de equilibrio entre demanda y abastecimiento va a extenderse durante un tiempo. Veremos los problemas que provoca a todos los niveles.