Aún no se conocen todos los efectos a corto y largo plazo que tiene el coronavirus en las personas infectadas. La fiebre, tos, dolores musculares y dificultad para respirar son síntomas del cuadro típico de la COVID-19, sin embargo, un grupo de investigadores británicos ha decidido ir más allá e investigar los problemas neurológicos que se presentan en algunas personas que contraen el virus.
Esto sucede luego de que, en Londres, una mujer de 55 años fue dada de alta tras padecer un cuadro de coronavirus. Un día después de llegar a casa, su esposo llamó a los médicos pues aseguró que esta se comportaba de manera extraña: se abrigada y desabrigaba de forma repetitiva, decía ver leones y monos en la casa y estaba convencida de que alguien la perseguía. Los médicos la trataron con haloperidol y risperidona, medicamentos antipsicóticos con los que mejoró. Entonces, ¿cuál es la relación entre el coronavirus y los trastornos mentales?
En el mes de marzo, un grupo de investigadores británicos creó una unidad centrada en estudiar los casos de COVID-19 que cursaban con problemas neurológicos, en un trabajo centrado en 43 pacientes. El objetivo no era identificar cuántos enfermos vieron afectados su cerebro, sino más bien identificar cuáles son las alteraciones y trastornos que está provocando el virus en los pacientes.
Los primeros resultados, publicados este martes en la revista Brain, demuestran que el impacto del coronavirus en el cerebro de las personas es amplio, por lo que ha sido clasificado en cinco categorías: encefalopatías con delirios y psicosis (como en el caso de la mujer en Londres), procesos inflamatorios en el sistema nervioso central, accidentes cerebrovasculares como el ictus, trastornos neurológicos en el sistema nervioso periférico y un último grupo que todavía no saben cómo clasificar.
Lo más habitual, no obstante, son los síndromes neuroinflamatorios, como la encefalitis autoinmune, que es provocada por el propio sistema inmunitario de las personas que pelea contra el virus.
Otra manifestación es la alta incidencia de la ADEM (encefalomielitis aguda) diseminada en un 24%, que afecta principalmente a niños y adolescentes. En otro grupo de pacientes menores de 65 años, la COVID-19 provocó un accidente cerebrovascular, en los vasos sanguíneos que llegan al cerebro y a los pulmones. Siete enfermos mostraron, además, el síndrome de Guillain-Barré, en el que las defensas del cuerpo atacan a los nervios. Finalmente, entre los casos que aún no categorizan, relatan alteraciones en la médula espinal, microhemorragias cerebrales o hipertensión intracraneal.
“Aún estamos trabajando en lo que causa las enfermedades cerebrales y nerviosas de estos pacientes”, dijo Michael Zandi, investigador del University College de Londres y principal autor del estudio al diario El País. “El objetivo de este estudio era describir los síndromes en detalle para alertar sobre ellos e impulsar más investigaciones”, agrega y asegura que los efectos tienen que ver con los bajos niveles de oxígeno en el cerebro de los enfermos.
Por su lado, Jesús Porta, neurólogo y vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología, coincide en que “no es el virus lo que afecta directamente al sistema nervioso central”, y apunta mas bien a una “exagerada respuesta” del sistema inmunitario, que se defiende desatando una tormenta de citoquinas, proceso que permite que la sangre fluya desde los vasos sanguíneos hasta las células nerviosas.
Otro efecto del coronavirus tiene que ver con la mielina, una sustancia que recubre las ramificaciones de las células nerviosas protegiéndolas y funcionando como lubricante para las sinapsis. “El coronavirus afecta al pulmón pero en su respuesta, se produce un impacto en todo el organismo”, señala Porta.
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