En el espacio, un error de un milisegundo puede convertir en fracaso una misión que ha costado cientos de millones de euros, y años de trabajo.
Una de las maravillas del Universo es su precisión. La perfecta sincronía y constancia de las órbitas de los cuerpos celestes, y la velocidad a la que viajan por el espacio.
Gracias a los movimientos tan precisos (y predecibles) de los cuerpos celestes podemos saber la fecha exacta en la que aparecerá un cometa, o cuándo se producirá un eclipse de sol, por ejemplo. Y también, cómo viajar a la Luna o Marte, describiendo órbitas y trayectorias muy precisas.
En el espacio, en donde casi todos los cuerpos celestiales se mueven a docenas de miles de kilómetros por segundo, un error de un milisegundo supone desviarse 300 Kilómetros de la trayectoria. Esto puede hacer que una nave se vea afectada por la gravedad de un planeta o una luna, y perderla para siempre.
Por eso la NASA utiliza relojes atómicos para calcular tiempos y trayectorias, los más precisos del mundo.
Pero hay un problema: los relojes atómicos son demasiado grandes para meterlos en una pequeña nave no tripulada, como las que viajan por el Sistema Solar.
Para estos casos la NASA realiza las mediciones con relojes atómicos terrestres, y las envía a la nave a la velocidad de la luz. Pero en distancias espaciales el dato puede tardar varios segundos en llegar, así que hay que hacer complejos cálculos para compensar.
Todo esto va a cambiar con el uso del DSAC, el Reloj Atómico Espacio Profundo, un dispositivo compacto que se puede integrar en una nave espacial.
Al fin las sondas de la NASA podrán llevar sus propios relojes atómicos, con lo que las mediciones y cálculos de tiempos y trayectorias, serán inmediatos.
Un reloj atómico funciona midiendo las oscilaciones energéticas de los átomos, que son muy constantes. Normalmente se utilizan átomos de cesio, pero el DSAC emplea iones de mercurio. Es tan preciso que solo se retrasa 1 segundo cada 10 millones de años. Aún así hay que recalibrarlo una vez a la semana, para evitar ese retraso.
Los relojes atómicos que usan los GPS, por ejemplo, hay que reajustarlos varias veces al día.
El DSAC ya lleva un año de pruebas. La NASA va a incluirlo en la sonda que explorará Venus dentro de unos años. Una mejora importante para la navegación por el Sistema Solar.