Estudios científicos con metodología deficiente y conclusiones inexactas están exacerbando la crisis de desinformación sobre la COVID–19, que desalienta la vacunación y pone vidas en peligro.
El intenso interés público por la pandemia y el divisivo debate en Estados Unidos sobre cómo abordarla facilitan la difusión de trabajos de investigación incorrectos en internet que proveen supuestos argumentos a los opositores a la vacuna. Cuando el investigador de un estudio luego se retracta, ya es demasiado tarde.
«Una vez que el artículo se publica, el daño es irrevocable», dijo Emerson Brooking, investigador principal residente del Laboratorio de Investigación Digital Forense del Atlantic Council, que se especializa en la identificación y exposición de la desinformación.
Las publicaciones científicas erróneas «han echado leña al fuego para los escépticos de la COVID-19 y los teóricos de la conspiración. Con frecuencia son objeto de una actividad viral en internet. Sus conclusiones se filtran además a través de artículos provocadores y engañosos de sitios web marginales», dijo Brooking.
La información inexacta sobre las vacunas es especialmente peligrosa en un momento en el que su aceptación se ha ralentizado en Estados Unidos, donde las autoridades sanitarias afirman que casi todas las muertes recientes por COVID–19 se están produciendo entre quienes no están inmunizados.
«Los dejará boquiabiertos»
La revista médica Vaccines publicó un artículo revisado por pares a finales de junio titulado «La seguridad de las vacunas COVID–19: deberíamos repensar la política». En él, se concluía que las inyecciones contra la COVID–19 estaban causando la muerte de dos personas por cada tres que se salvaban. Este supuesto hallazgo se difundió rápidamente en las redes sociales.
Un tuit sobre este artículo de Robert Malone, un científico crítico de la vacuna contra la COVID-19, obtuvo miles de retuits. Un video al respecto de la experta conservadora Liz Wheeler, quien dijo que el estudio «los dejará boquiabiertos», ha sido visto más de 250.000 veces en Facebook.
Pero la revista Vaccines luego se retractó del artículo que había publicado, diciendo que contenía «varios errores que afectan fundamentalmente la interpretación de los hallazgos».
Al menos cuatro miembros de la junta de Vaccines dimitieron como resultado de la publicación de ese estudio, incluida Katie Ewer, profesora asociada e inmunóloga principal del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford.
«Deberían haber sabido que este documento tendría un gran impacto», dijo Ewer, quien no participó en su publicación. «Que nadie en la revista se haya dado cuenta de eso (…) es muy preocupante, especialmente para una revista dedicada a las vacunas».
El tuit de Malone sobre este estudio ya no está disponible, pero el video de Wheeler aún aparecía en Facebook semanas después.
Un mejor trabajo
The Gateway Pundit, un sitio web que publica con frecuencia afirmaciones inexactas, informó a principios de año que un estudio de la Universidad de Stanford encontró que el uso de mascarillas, que autoridades sanitarias en todo el mundo recomiendan para ayudar a frenar la propagación de la COVID-19, era «ineficaz» y dañino.
El estudio, «Mascarillas en la era COVID–19: una hipótesis de salud», fue posteriormente refutado por la revista Medical Hypotheses, según la cual el escrito citaba artículos de forma selectiva e incluía datos «no verificados».
El artículo en sí, que se ha compartido decenas de miles de veces como un enlace o captura de pantalla en las redes sociales, fue actualizado por de The Gateway Pundit para indicar que el autor del estudio al que se refiere en realidad no estaba afiliado a Stanford, sin mencionar la refutación de Medical Hypotheses.
Algunas de las revistas científicas más importantes, incluidas The Lancet y New England Journal of Medicine, se han retractado de artículos relacionados con la crisis del coronavirus, pero un número, aunque sea limitado de estudios defectuosos pueden causar grandes daños en internet.
Últimamente, los artículos científicos han salido a la luz pública de «una manera sin precedentes», por lo que los expertos deben «hacer un mejor trabajo» al explicar su trabajo a una audiencia no especializada que puede carecer de las habilidades para evaluarlos, dijo Maimuna Majumder, epidemióloga computacional en la Escuela de Medicina de Harvard.
«No todos los estudios que se han producido y compartido ampliamente durante la pandemia han sido científicamente sólidos», dijo Majumder.
«Esto es particularmente preocupante porque los estudios mal ejecutados han demostrado ser capaces de influir en la toma de decisiones a nivel individual durante la pandemia, entre ellos los relacionados con la vacunación».
Con información de AFP
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