La espuma de grafeno puede ser el mejor material para compensar los cambios de temperatura en las baterías de los coches.
Las baterías deben avanzar en múltiples aspectos para que los vehículos eléctricos sean todo lo operativos que se desea. Hay muchos factores a tomar en cuenta en lo que respecta a su degradación, funcionalidad y autonomía, por eso se realizan distintas investigaciones en fabricas y universidades.
Una circunstancia muy importante que los conductores suelen desconocer es cómo afectan las temperaturas más extremas a las baterías, aquellas que rozan o son menores de 0º y las que superan los 40º. En estas situaciones hay que controlar las baterías de iones de litio, especialmente en el proceso de carga.
Cuando se dan temperaturas extremas aumenta la degradación en el rendimiento, pero se ha comprobado que la espuma de grafeno es de gran ayuda para evitarlo.
Según informan en New Atlas, la espuma de grafeno «puede atrapar dinámicamente el calor cuando hace frío o permitir que el calor se escape cuando hace demasiado calor«.
Los investigadores de la Universidad de Purdue han comprobado que esta espuma aprovecha la capacidad del grafeno como conductor de calor y añade bolsas de aire que lo aíslan, lo que bien aprovechado transforma el material en una gran protección para las baterías. La misma espuma se comprime o dilata de forma óptima en función de la temperatura externa.
Una de las participantes en el reciente estudio sobre la espuma de grafeno, Amy Marconnet, informa que en «lugar de variar la cantidad de flujo de corriente, varía la cantidad de calor que deja pasar«.
De momento, estos avances se están enfocando a las baterías de los vehículos eléctricos ante todo, aunque no se descarta que sean también eficaces en dispositivos más pequeños, móviles incluidos. Los motivos son varios, como la mayor exposición a temperaturas dañinas que sufren los vehículos o el tamaño de las baterías, que puede ser problemático todavía al trabajar con las más pequeñas.