Toyota ha sido la última marca en anunciar que para sus fábricas, porque no tiene chips para incluir en sus vehículos. ¿Qué está ocurriendo?
Hace años, un motor, cuatro ruedas, y un volante, era todo lo que necesitabas para construir un coche. Hoy en días son sofisticadas plataformas informáticas, y la escasez de chips los afecta igual o más que a los ordenadores, los móviles o las consolas.
Esta escasez de semiconductores lleva meses activa, y no se sabe cuando acabará. NVIDIA y TSMC hablan de, al menos, hasta 2023. Los coches necesitan estos chips para sus funciones de inteligencia artificial, control del motor y otras funciones del vehículo, sistema de infoentretenimiento, etc.
La última víctima es el fabricante de coches más grande el mundo, Toyota, que ha anunciado un recorte del 40% de su producción en septiembre, de 900.000 a 540.000 coches, porque no tiene chips suficientes. Pero todas las marcas tienen los mismos problemas.
La mayoría están optando por reducir la producción para no afectar a los empleos. Pero en España muchas han apostado por el cierre total de las fábricas durante días, e incluso los ERTE. En Galicia la industria automovilística planteó un ERTE a 10.000 empleados, argumentado la crisis de los chips.
Este verano, otros fabricantes han llevado a cabo parones:
- Seat detendrá días puntuales la producción de Audi A1 en Martorell.
- Volkswagen cierra la producción durante varios días en Navarra.
- Mercedes-Benz para tres turnos en Vitoria.
- Ford reabre en Almussafes tras siete días de parón.
- Grupo Stellantis continuará con suspensiones continuas.
- Renault mantendrá su ERTE hasta el 30 de septiembre.
¿Por qué ha ocurrido esta crisis?
Cada vez más productos que usamos en la vida cotidiada incluyen componentes informáticos para conectarse a Internet o comunicarse con nuestros móviles, e interactuar con nosotros.
Coches, televisores, pulseras, relojes, altavoces… Esto era algo que no ocurría hace apenas unos años. La demanda de chips y semiconductores ha aumentado espectacularmente en casi todas las industrias.
Por si fuera poco, la pandemia ha actuado como catalizador. El teletrabajo ha aumentado la demanda de portátiles, PCs, webcams, routers, etc. Y la gente pasa más tiempo en casa, con lo que aumenta la compra de consolas, móviles, tablets, televisores, etc.
El problema es que prácticamente todos los productos emplean una serie de chips y semiconductores básicos que son comunes para todos. Y hay muy pocos fabricantes que los fabriquen: Samsung, TMSC, Micron, Hynix y poco más. Las esperas para recibir chips se están alargando más de cuatro meses.
La única solución es aumentar la fabricación, las principales forjas de chips estás construyendo nuevas fábricas, pero hablamos de tecnología punta, se tarda meses en aumentar la producción que ya está funcionando al máximo de su capacidad.
Esta escasez de chips incluso está obligando a los fabricantes a cambiar los procesadores que usan sus móviles, como le ocurre a Samsung, o a tener que reescribir todo el software para usar chips menos demandados, como está haciendo Tesla.
Ya estamos pagando las consecuencias
Lo peor de todo es que, como siempre, quien paga la crisis son los consumidores.
En primer lugar, sufrimos una falta de stock. Desde hace un año es imposible comprar una tarjeta gráfica gaming, o una consola PS5 o Xbox Series X. Las pocas que hay caen en manos de los especuladores, que usan bots y otras trampas para quedarse con todas y venderlas luego en eBay, Wallapop y similares al triple de su precio:
La otra consecuencia, aún más temida, es que como hay poco stock y mucha demanda, suben los precios: los equipos informáticos se están vendiendo por el triple de su valor, y muchos productos nuevos que salen a la venta son un 30% más caros que hace un año.
Se especula también con una subida del precio de los automóviles más demandados, a final de año.
Una mala noticia cuando aún no hemos salido de la crisis económica provocada por la pandemia.