Uno de los Aston Martin DB5 utilizados durante el rodaje de Goldfinger y que fue robado hace 25 años, reaparece en una colección.
Hablar de Aston Martin evoca, casi de forma inevitable, a pensar en el icónico agente 007. El idilio de las películas de James Bond con la compañía británica de coches de lujo lleva décadas siendo un hecho.
Fue en la tercera película de James Bond, Goldfinger, cuando esta historia de amor echó a andar, con Sean Connery montando por primera vez en un DS5 modificado con tantos gadgets que daba miedo.
A pesar de que el creador de James Bond, Ian Fleming, imaginó al personaje al volante de un Aston Martin DB Mark III, fue John Stears, el experto en efectos especiales, quien convencería a Aston Martin para que les permitieran usar un prototipo del DB5 para la película.
Amor a primera vista, oiga. Como hemos mencionado más arriba, es difícil imaginar a James Bond sin que nos venga a la memoria alguna escena al volante de uno de estos fantásticos coches.
Pero a lo que vamos. Como muchos otros elementos utilizados en rodajes, los Aston Martin DB5 utilizados en el rodaje de James Bond son artículos de coleccionismo de primer nivel. En 1986, uno de los Aston Martin DB5 originales se subastó por 275.000 dólares, subasta que ganó el magnate inmobiliario Anthony Pugliese.
Pero en 1997, el vehículo fue robado del hangar que el magnate tiene en el aeropuerto de Boca Ratón, en Florida. El coche estaba asegurado por 4,2 millones de dólares.
Ahora, casi 25 años después del robo, el Aston Martin DB5 ha reaparecido de nuevo. Según informa The Telegraph, el número de bastidor de un Aston Martin DB5 encontrado en una colección en Oriente Próximo coincide con el del vehículo robado hace casi un cuarto de siglo.
Los expertos valoran este vehículo en aproximadamente 25 millones de dólares. El otro Aston Martin DB5 original del rodaje de James Bond (de los 4 que se usaron) se subastó en 2010 por 4,6 millones de dólares, todo un mundo en comparación con lo que se valora este.
Este artículo fue publicado en Hobby Consolas por Javier Cazallas.