Una de las cosas más desagradables de viajar en coche, es que los insectos se estampen en el parabrisas. Cada vez ocurre menos, ¿por qué?
A nadie le gusta mirar el paisaje a través de los ventanales del coche, y encontrarse con un insecto espachurrado en el cristal.
Parece inevitable, pero si te pones a pensar en ello, posiblemente coincidirás con nosotros en que cada vez ocurre con menos frecuencia.
Nuestro compañero Iván Fombella de Auto Bild ha recogido las explicaciones y los trucos del fabricante de cristales Carglass para reducir el número de insectos que se quedan pegados en el parabrisas.
Como decíamos en la apertura de la noticia, cada vez se estampan menos insectos en los parabrisas de los coches.
Por desgracia, la primera razón es científica. El cambio climático está reduciendo drásticamente las poblaciones de insectos.
Se han comprobado disminuciones del 75% en 40 años en algunas especies, y hasta un 40% solo en los últimos 15 años. Y eso podría tener devastadoras consecuencias para los humanos.
Otra razón que cita Carglass, es que los coches modernos son mucho más aerodinámicos. Si te fijas los parabrisas de los coches de hace unas décadas eran más rectos, perpendiculares al suelo. Ahora están mucho más inclinados y favorecen el flujo de aire. Esto hace que los insectos más ligeros se deslicen por el parabrisas con el propio flujo de aire, en lugar de estamparse contra él.
A pesar de ello, es posible que vivas en una zona con abundantes bichos, y a menudo tengas que limpiar a mano el parabrisas, para extraerlos.
Si es así, existen algunos trucos poco conocidos para reducir los impactos de insectos.
El primero es usar un tratamiento antilluvia, como el que se emplea para evitar que el agua se quede en el parabrisas cuando llueve mucho. Esto hace que el cristal del parabrisas sea más resbaladizo, y reduce el número de insectos que se quedan pegados.
Otro truco, más científico, es evitar conducir en la época y las horas en donde hay más insectos en la carretera.
Son más abundantes en verano, a finales de primavera y a principios de otoño. También al atardecer y, sobre todo, por la noche, ya que van hacia las luces de los focos. Por eso, si se puede elegir, es mejor conducir de día, por la mañana o a mediodía.