Los expertos calculan que mataba a más de un millón de personas al año. Ha costado casi un siglo, pero al fin la gasolina con plomo ha dejado de venderse en todo el mundo.
La gasolina con plomo está considerada la más dañina de cuantas se han producido. No solo por su carácter contaminante, sino porque contiene plomo, que es un metal venenoso para los seres vivos.
Causa enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y cáncer, y afecta el desarrollo del cerebro, especialmente de los niños. Se calcula que en los años más activos la gasolina con plomo ha matado a 1,2 millones de personas al año, y provocado graves enfermedades a otras que han causado gastos médicos por valor de 2.000 millones de euros anuales. Aún así se ha vendido durante un siglo.
Tal como nos cuenta nuestro compañero Iván Fombella en Auto Bild, ya se sabía que el plomo era venenoso cuando en 1922 General Motors lo añadió a la gasolina, en forma de tetraetilo de plomo, porque tenía un efecto antidetonante e incrementaba el octanaje, con lo que los vehículos que la usaban tenían mejor rendimiento y menor consumo.
El problema es que el plomo no se destruía en la combustión de la gasolina, y terminaba saliendo por el tubo de escape para llegar al aire que respiramos.
En aquella época términos como preservar el medio ambiente o proteger la salud de las personas estaban por detrás del rendimiento económico de las grandes corporaciones, así que la gasolina con plomo comenzó a venderse en todo el mundo.
En los años 40, un científico llamado Clair Cameron Patterson descubrió por casualidad el grave problema. Intentando datar la edad de la Tierra mediante un método que consiste en convertir el uranio en plomo, se dió cuenta de que los niveles de plomo eran desproporcionalmente altos en todos los sitios, pero especialmente en las ciudades. Y descubrió que se debía a la gasolina con plomo.
Durante años intentó alertar a las autoridades y a las propias petrolíferas. Pero como ocurre ahora con el cambio climático, nadie le hizo caso, o se ponían medidas para su sustitución a 20 o 30 años vista (¿os suena?).
Por desgracia, la predicciones de Clair Cameron Patterson se confirmaron, y con el paso de las décadas millones de personas comenzaron a morir o enfermar por plomo en todo el mundo. Así como incontables animales.
Pese a todas las evidencias, los intereses económicos primaron por encima de todo. Hasta los años 70, fue la gasolina más vendida. Y hasta los 80, no comenzó a prohibirse. Japón la desterró por ley en 1986, Austria en 1989, Canadá en 1990 y Colombia en 1991. En España tardamos una eternidad, hasta el año 2001.
Poco a poco ha ido desapareciendo de todos los países, hasta que solo quedaba uno: Argelia. El pasado mes de julio, la última gasolinera argelina que vendía gasolina con plomo dejó de hacerlo, según ha confirmado las Naciones Unidas.
Pese a los efectos nocivos conocidos incluso antes de inventarse, se ha estado usando durante casi un siglo, por culpa de la pasividad de los gobiernos y los intereses económicos.
Hay muchas lecciones para aprender aquí, pero parece que no queremos hacerlo…