El pasado 19 de julio fue el día más corto que se ha medido nunca. La Tierra está girando sobre su eje más rápido que nunca, y los científicos no saben por qué.
Aún sabemos muy poco de nuestro propio planeta, y los avances de la tecnología lo único que hacen es plantearnos más preguntas. Eso es bueno: así avanza la ciencia.
Hace apenas un par de meses analizábamos un enigma que dura más de 60 años: la Tierra emite un pulso cada 26 segundos, y nadie sabe por qué. Hoy tenemos otro nuevo: en 2020 nuestro planeta ha girado sobre sí mismo más rápido que nunca, haciendo que los días sean más cortos. Según Phys, algunos astrónomos se están planteando pedir que en 2021 la hora se retrase 1 segundo, para ajustarse a esta aceleración.
El pasado 19 de julio los geólogos registraron el día más corto de la historia desde que la rotación de la Tierra se mide con precisión. Fue 1,4602 milisegundos más corto que un día estándar.
La Tierra rota sobre su eje una vez cada 24 horas. Es lo que llamamos un día. Es una rotación muy estable, pero cuando se inventaron los relojes atómicos se descubrió que había pequeñas variaciones.
Precisamente, en los últimos años se había comprobado que la Tierra estaba frenando: rotaba más despacio. Por eso ha sorprendido que en 2020 ha ocurrido justo lo contrario: ha comenzado a acelerar de forma repentina, y en 2020 hemos vivido los días más cortos que se han registrado nunca.
Hablamos de apenas 1 o 2 milisegundos de diferencia, pero si se acorta ese tiempo cada día, no es descartable que en 2021 o 2022 haya que retrasar la hora 1 segundo.
¿Y por qué se ha producido esta aceleración de la rotación de la Tierra? Los científicos no lo saben, porque hay muchas causas que influyen en esta velocidad: la atracción de la Luna, la cantidad de nevadas, o la erosión de las montañas.
Una de las causas más probables es por el cambio climático. El deshielo de los polos podría haber disminuido la resistencia a esta rotación, y por eso la Tierra gira sobre sí misma más rápido.
Por ahora, no hay motivo de preocupación. La Tierra se comporta como un ser vivo, y sus mediciones no son constantes, variando ligeramente hacia uno u otro lado, con el paso del tiempo.