La Tierra con sus flores, animales y cielo azul parece el paraíso narrado en muchas religiones, pero si nos fijamos bien, nuestro planeta también puede parecerse al más aterrador de los infiernos. Epidemias, terremotos, tsunamis, volcanes y todo tipo de catástrofes para escondernos dentro de un bunker y no volver a salir.
En realidad, no buscamos provocarte un ataque de pánico ni que te metas debajo de la cama. Vamos a aprovechar este repaso por las diferentes catástrofes naturales que amenazan nuestra existencia para conocer datos curiosos sobre la naturaleza de nuestra Tierra.
Para que esta lista no se haga eterna, vamos a centrarnos en los principales desastres naturales y dejamos para otro día los peligros provocados por el ser humano. Ten en cuenta que el cambio climático que muchos se niegan a reconocer mata cada años a 150.000 personas, según datos de la ONU.
Hemos decidido ordenar los posibles desastres de más frecuente hasta los menos comunes. Los terremotos están a la orden del día, mientras que el bombardeo de los asteroides es menos probables. También hay que tener en cuenta las consecuencias, el nivel de destrucción de cada uno, como hemos visto las pandemias pueden ser desastrosas, pero son bastante más frecuentes de los que pensábamos hasta la llegada del COVID-19, claro que en menor magnitud y no suele afectar a los países desarrollados.
La escala entre poder de destrucción y probabilidad de sufrir cada uno de estos desastres se puede ver muy claramente en el poster creado por el doctor en Física Cuántica Dominic Walliman que lo explica en este vídeo(The Map of Doom). Puedes comprarlo y ponerlo como poster en la pared de tu habitación si eres una persona con un excesos de positividad (también tiene poster sobre ciencia y matemáticas menos siniestros)
Here is the full plot with the risks/expected deaths from other disasters: earthquakes, tsunamis, asteroid impacts and super volcanoes. Then all the Bostrom-esque existential threats. pic.twitter.com/BzvavNWz9j
— Dominic Walliman (@DominicWalliman) December 4, 2020
Pandemias
A fecha de 2 de mayo de 2021, Statista calcula en 3,2 millones las muertes por COVID-19, es sin duda, una de las mayores catástrofes vividas por la humanidad en el siglo XIX. Esta pandemia ha provocado muertes y una gran crisis internacional, sin olvidar la desigualdad patente entre países ricos y pobres donde la atención médica y el alcance de tratamientos y vacunas es menor.
No obstante, los avances científicos, el sistema de comunicación global han conseguido un resultado mucho menor que el que se le atribuye a otra gran pandemia, la llamada «gripe española» que se cobró 50 millones de muertes en 1918, contemporánea de la Primera Guerra Mundial.
El coronavirus parece habernos pillado por sorpresa, pero las pandemias son una amenaza más frecuente de lo que sospechamos. Se calcula que hay una media de 3 cada 100 años, con distintas intensidades. Lo peor es que esta frecuencia parece irse acortando, en los últimos 20 años el mundo ha sufrido:
- La epidemia de SARS de 2002-2004
- La epidemia de MERS- COVID detectada por primera vez en 2012 y que ha ido viajando entre países
- El Ébola que causó tanto revuelo en España en 2014
- El Sida o VIH que ya se ha cobrado más de 35 millones de vidas desde su descubrimiento.
Todas estas enfermedades y otras más se conocen desde hace tiempo, pero han estado creando brotes muy peligrosos y mortales en los últimos años. No han sido tan sonadas en los medios de comunicación, y de algunas parece que ya nos hemos olvidado, pero han causado mucho dolor.
Terremotos
Cada año son percibidos por la población más de cien mil temblores en algún punto del mundo, es decir, que se pueden dar unos trescientos al día. Esto puede parecer una exageración, pero si observamos la web del United States Geological Survey. La mayoría son temblores pequeños, un susto que se olvida pronto sin ningún daño material o personal, pero cuando llega una fuerte…
Wikipedia nos da otra imagen, en 2020 se produjeron más de 13.000 terremotos 9 de ellos de escala 7. El más peligroso fue en el mar Egeo dejando 119 fallecidos entre Egipto y Grecia.
La corteza de nuestro planeta está formada por placas en movimiento y cuando se mueven unas contra otras, se acumula energía potencial. Cuando la energía ya no puede ser contenida, estalla y las ondas sísmicas son expulsadas, sacudiendo violentamente el planeta. Pero el peligro de los terremotos va de la mano de posibles tsunamis, otra gran amenaza para millones de vidas.
Sin duda, uno de los desastres que más terror causó al mundo en los últimos años fue el terremoto de Fukushima 2011. Tampoco debemos olvidarnos del terremoto de Haití en 2010. No obstante, la única parte positiva que podemos verle a los terremotos es que no suceden en todos los puntos del planeta, son más frecuentes en algunas zonas donde, con ayuda internacional y los avances en ingeniería se podrían construir edificios resistentes y reducir el número de fallecidos.
Tormenta solar
Todo nuestro sistema de comunicaciones, gracias al cual puedes leer este artículo tan alegre, se vendría abajo si al Sol le diera por mandarnos una tormenta solar. Las redes de energía, sistemas GPS, el transporte, internet y un millones de puestos de trabajos se colapsarían ante una tormenta solar como la de 1859.
Conocida como Tormenta de Carrington, por el astrónomo Richard Carrington que estudió las relaciones entre la actividad solar y las alteraciones geomágnéticas de la Tierra, es la mayor tormenta solar registrada en la historia, y el apagón tecnológico que produciría duraría años.
Una tormenta solar se produce cuando nuestra estrella libera la energía magnética que ha acumulado en su atmósfera, como millones de bombas de hidrógeno explotando a la vez, eso es una llamarada solar. La magnetosfera terrestre nos protege de estas radiaciones, si son pequeñas, desviándolas hacía los polos y provocando las famosas auroras boreales que son alteraciones del campo magnético provocadas al chocar contra la atmósfera el viento solar y que ya no verás nunca más con el mismo romanticismo.
Estás llamaradas solares pueden achicharrar nuestros sistemas eléctricos, satélites y demás mecanismos de alta tensión de los que dependemos para no volver a la edad media. Estas llamaradas duran solo uno o varios días, pero pueden ser muy destructivas y un estudio reciente ha calculado que las peores se suelen repetir cada 25 años, es decir, son más frecuentes de lo que pensamos. La última en 2012 de la que nos libramos por los pelos. Varios equipos de investigación estudian el Sol y este tipo de riesgos como el Observatorio Heliosférico Solar (SOHO), el Observatorio de Dinámica Solar (SDO) o la misión europea Solar Orbiter.
Asteroides
De la amenaza que supone la caída de un gran asteroide en la Tierra se ha hablado mucho en el cine. Hace 66 millones de años los dinosaurios murieron por el impacto de un asteroide y los desastres naturales que este fenómeno desató en todo el planeta.
No es una amenaza con la que vivamos en la mente cada día de nuestra vida porque la probabilidad de morir por algo así es muy baja. Según la NASA, la probabilidad de que un asteroide del tamaño suficiente para destruir una ciudad golpee la Tierra es del 0,1% cada año. Si alguno choca contra la Tierra, hay un 70% de probabilidad de que aterrice en el océano y un 25% de probabilidad de que lo haga en un área relativamente despoblada. A esto hay que añadir su tamaño, los más pequeños se desintegran al cruzar la atmósfera, los más grandes como el de 5 km de ancho que mató a los dinosaurios tiene una probabilidad de de 0.000001% de llegar a nosotros.
Son poco frecuentes pero muy destructivos, destruyen el territorio en el que se estrellan y siembran el caos en buena parte de los alrededores, su poder más devastador radica en las consecuencias de su impacto como los tsunamis si caen en el agua, el polo que genera al chocar con la Tierra que se extiende por la estratosfera, cubriendo la Tierra y tapando la entrada de luz solar, por lo que los recursos disminuirían y se produciría un incremento de la pobreza, el hambre y crecerían los conflictos entre los países para luchar por esos pocos recursos. Similar a un supervolcán
People across wide areas of Japan were treated to a spectacular light show in the early hours of Sunday, thanks to what is believed to be a meteor. pic.twitter.com/r0HfI082SK
— NHK WORLD News (@NHKWORLD_News) November 30, 2020
Por suerte, los científicos están estudiando diferentes formas de detección y de prevención contra un posible impacto de asteroides. Detectarlos a tiempo para evitar que nos alcance es muy complicado, desde 1988 más de 1.200 asteroides de más de un metro han chocado con la Tierra y solo cinco fueron detectados antes de su entrada en la atmósfera. Te contamos más sobre los proyectos que hay en marcha para «salvar la Tierra de un Armageddon» en este otros reportaje.
Supervolcanes
Sus consecuencias son similares a las de los asteroides. Son desastres naturales poco frecuentes, pero muy devastadores. Hay alrededor de 20 supervolcanes conocidos en la Tierra, cuyas grandes erupciones ocurren cada 100.000 años aproximadamente.
El último fue el monte Toba en Indonesia. Este volcán que posee una cámara magmática mil veces más grande que la de un volcán convencional y por ende posee las peores erupciones de la Tierra. Hace 75.000 años protagonizó un cataclismo reduciendo la temperatura del planeta entre 4 y 5 grados centígrados con todo lo que eso conlleva, hambre, desigualdad, desequilibrio de la naturaleza.
Se considera que un volcán está inactivo o durmiente si no ha tenido actividad en los últimos 10.000 años con fumarolas o aguas termales. En cambio, si la última erupción registrada es anterior a los últimos 25.000 años, el volcán se considera extinto, aún así no se podría afirmar al 100% que no puedan volver a despertar. Poco podemos hacer los seres humanos para evitar estos desastres, salvo estar atentos para evacuar a las poblaciones cercanas lo antes posible y crear una industria agrícola y ganadera resistente a grandes cambios provocados por algo así.
La próxima era glacial
Terminando con este repaso de posibles catástrofes que podemos sufrir por ser habitantes de este maravilloso planeta está la próxima era glacial. Sí, hemos estado hablando del calentamiento de la Tierra por culpa de las acciones del ser humano, pero también es posible que la humanidad acabe enfrentándose a una era glacial como la de Ice Age.
Nos encontramos en una etapa cálida, entre dos periodos glaciales, exactamente a unos 11.000 años de la última Edad de Hielo. Los investigadores han determinado que entre una etapa fría y otra pasan 100.000 años por lo que todavía estamos lejos de la siguiente.
En 2016, un equipo de la Universidad de Cardiff presentó un estudio en Geology donde determinaban que los océanos eran un agente importante del enfriamiento de la Tierra que absorbe el CO2 de la atmósfera, reduciendo la temperatura y formando más capas de hielo hasta cubrir casi todo Norte América, Europa y Asia. Podríamos decir que los océanos respiran y cuando expulsan el CO2 calientan la Tierra y el hielo desaparece.
Esta respiración es cada vez más pausada, pues antes de la «Transición del Pleistoceno Medio» una era glacial se distanciaba de la siguiente en 40.000 años, ahora ese periodo intermedio es mayor y no sabemos cómo estará la Tierra cuando llegue la siguiente.