En poco más de un mes se cumplirán 50 años desde que el astronauta David Scott erigió en secreto este monumento a los astronautas fallecidos dentro de los programas de exploración espacial.
Estamos acostumbrados a disfrutar del lado más amable y espectacular de la exploración espacial: los despegues de los cohetes, los divertidos experimentos en la Estación Espacial Internacional, los robots que se hacen selfies en la superficie de Marte… Pero explorar el espacio es un trabajo peligroso y experimental, y numerosos astronautas han perdido la vida mientras participaban en las distintas fases de los programas espaciales, tanto norteamericanos como soviéticos.
En 1971, como parte de la misión Apolo 15, el astronauta David Scott sería uno de los privilegiados que pisaría la Luna. Así que decidió rendir un homenaje a los astronautas fallecidos. Contactó con el artista belga Paul Van Hoeydonck, que diseñó una sencilla figura de un astronauta, y él mismo fabricó una placa con los nombres de 14 astronautas fallecidos, ocho norteamericanos y seis soviéticos.
Con el permiso de la NASA, pero sin comunicarlo a la prensa, David Scott colocó la figura y placa en Mons Hadley, un mazizo montañoso de la Luna en donde aterrizó la misión Apolo 15, el 1 de de agosto de 1971. Puedes ver el sencillo monumento, llamado Fallen Astronaut, en la foto de apertura de la noticia.
Intentaba ser un homenaje emotivo y sincero, pero se convirtió en un acto bastante polémico.
Los 14 astronautas que figuran en la placa son:
- Theodore C. Freeman
- Charles A. Bassett
- Elliot M. See Jr.
- Virgil I. Grissom
- Roger B. Chaffee
- Edward H. White II
- Vladimir M. Komarov
- Edward G. Givens Jr.
- Clifton C. Williams Jr.
- Yuri A. Gagarin
- Pavel I. Belyayev
- Georgiy T. Dobrovolsky
- Viktor I. Patsayev
- Vladislav N. Volkov
Técnicamente ninguno murió en el espacio, pero la mayoría lo hicieron en servicio, o durante misiones de entrenamiento. Alguno falleció de enfermedad, o de accidente de coche. Varios de ellos, incluido Yuri Gagarin, el primer ser humano que salió al espacio, al estrellarse los aviones de combate que pilotaban.
Varios astronautas rusos murieron al fallar el paracaídas o el sistema de presión durante el aterrizaje de la Soyuz. Y tres astronautas norteamericanos, asfixiados durante el incendio del Apolo 1 en las pruebas de la cápsula del cohete.
Pero como decimos, lo que pretendía ser un gesto sincero, se convirtió en polémica. En la lista faltaban dos astronautas rusos porque la dictadura soviética no había hecho pública su muerte. Y tampoco estaba Robert Henry Lawrence Jr., el primer astronauta negro, que murió en un accidente durante un entrenamiento.
También surgieron problemas con el artista que creó la estatuilla, Paul Van Hoeydonck. Alegó que nadie le dijo que era para un homenaje a los astronautas muertos. Creía que era para representar a la Humanidad, pero le acusaron de buscas una excusa para vender réplicas de la figura en ediciones limitadas, que ya tenía fabricadas.
La NASA prohíbe hacer negocio con todo lo que tiene que ver con el programa espacial, y consiguió convencerlo para que no las comercializase, aunque llegó a vender una de estas figuras a un coleccionista.
Más allá del ruido y las inexplicables omisiones, nos quedamos con ese intento de homenajear a los astronautas que perdieron la vida mientras trabajaban en las misiones espaciales.
«El espacio es enfermedad y peligro envuelto en oscuridad y silencio«, decia el doctor McCoy en la película de Star Trek. Una definición bastante precisa que no deberemos olvidar cuando, dentro de pocos años, nuevos astronautas viajen a la Luna… y a Marte.