Alrededor de 14.000 científicos firman un nuevo informe publicado en la revista BioScience que alerta de que los «signos vitales» de nuestro planeta están empeorando a pasos agigantados. El punto crítico de inflexión se ha sobrepasado en puntos como los arrecifes de coral de aguas cálidas, el Amazonas o la Antártida Occidental y Groenlandia. Los investigadores proponen un enfoque político basado en 3 líneas de actuación a corto plazo para evitar la devastación.
¿Cuántas veces has escuchado eso de que «no hay planeta B»? La mano humana ha destrozado en poco más de un siglo el equilibrio terrestre, devastando ecosistemas, amputando la biodiversidad y provocando a través de las emisiones contaminantes que los mercurios suban hasta niveles nunca vistos en los últimos millones de años.
El calentamiento global se ha dejado sentir especialmente en los últimos meses: después de un 2020 calificado por la NASA como el año más cálido de la historia, este verano se tambalea por las embestidas de la emergencia climática en forma de inundaciones devastadoras en lugares tan dispares como Alemania, Holanda, Nueva Zelanda, Irán o Zhengzhou, mientras que Canadá, Estados Unidos o Siberia arden.
Lejos de revertir la crisis climática, la comunidad científica advierte de que esta se está acelerando. Tanto es así que cerca de 14.000 científicos publican un nuevo informe en la revista BioScience que alerta sobre el empeoramiento de los «signos vitales» de la Tierra.
«Nos estamos acercando o ya hemos cruzado puntos de inflexión asociados con partes críticas del sistema terrestre, incluidas las capas de hielo de la Antártida Occidental y Groenlandia, los arrecifes de coral de aguas cálidas y la selva amazónica«, apuntan los investigadores en esta nueva actualización.
Hace dos años, 11.258 científicos publicaban un documento en la misma revista advirtiendo sobre la extrema gravedad de la emergencia climática. Ahora se han añadido los nombres de 2.800 científicos y 1.990 jurisdicciones que han declarado o reconocido formalmente una emergencia climática.
El informe destaca como especialmente preocupante el aumento de los desastres relacionados con el clima, incluyendo los mega incendios australianos de 2019 a 2020, y el hecho de que los 3 principales gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) estableciesen récords de concentraciones atmosféricas en 2020 y nuevamente en 2021.
«Esto fue a pesar de los cambios durante la pandemia de COVID-19», señala Thomas Newsome, científico ecologista de la Universidad de Sídney.
A grandes males, grandes remedios: 3 líneas para enfrentar la crisis climática
Para mitigar el cambio climático es preciso un cambio de enfoque político, para el que los autores proponen actuar en 3 principales frentes.
Estos son estipular un precio global significativamente más alto del carbono, eliminar y prohibir eventualmente los combustibles fósiles, y desarrollar reservas climáticas para proteger y restaurar la biodiversidad y los sumideros de carbono, como los que proporciona la selva amazónica.
«Sugerimos una necesidad urgente de un cambio transformador para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, en términos más generales, la sobreexplotación humana del planeta«, dice Newsome, tal y como recoge Science Alert.
Una de las claves es convertir las ayudas económicas relacionadas con la pandemia en ayudas favorables al clima. «Es alentador ver que la desinversión de combustibles fósiles y los subsidios a los combustibles fósiles mejoran de manera récord«.
Destellos de esperanza: datos buenos en un mundo en crisis
Aunque el informe constate la mala evolución de la crisis climática y la imperiosa necesidad de aunar esfuerzos para combatirla (buena muestra de ello son los máximos históricos en el deshielo, la cantidad de ganado causante de emisiones contaminantes o los cambios en los océanos), los autores también recogen cifras positivas que incitan a la esperanza.
- Entre 2018 y 2021, la energía solar y eólica ha aumentado en un 57%, aunque sigue siendo 19 veces menor que el consumo de combustibles fósiles.
- Entre 2018 y 2021 ha habido un fuerte aumento en la desinversión de combustibles fósiles.
- Desde 2019, también ha habido una pequeña disminución en el consumo de energía de combustibles fósiles, aunque los investigadores señalan que probablemente se deba a la pandemia de coronavirus.
El artículo se publicó para alinearse con el último informe del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC) que verá la luz la próxima semana, alertando sobre el futuro que nos espera de continuar con la senda equivocada.
Este artículo fue publicado en Business Insider España por Andrea Núñez-Torrón Stock.