Bob Behnken y Doug Hurley recorren los pasillos del Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida. Se dirigen a la cápsula Crew Dragon que les llevará hasta la Estación Espacial Internacional en el primer viaje tripulado realizado por una empresa espacial privada, SpaceX. Behnken y Hurley van enfudados en unos modernos trajes blancos con cascos, estrechos, casi hechos a medida.
Es la nueva concepción del traje espacial, una prenda que sirve más como armadura que como ropa y moda, y que es el fruto de un largo proceso de evolución. Desde los primeros prototipos hasta las últimas versiones que harán historia en la Luna y Marte, nada se ha dejado al azar en estos trajes.
Hay que tener en cuenta que lo que los astronautas denominan coloquialmente traje espacial, no es el que llevan dentro de la nave, sino el que llevan en el espacio, cuando deben salir al exterior. A este traje se le denomina Extravehicular Mobility Unit o EMU y su principal objetivo es servir de protección a los astronautas como lo haría la propia nave o estación espacial.
Se podría decir que son una nave en sí, un habitáculo en el que refugiarse de todo lo que podría matar a los astronautas cuando están en el exterior flotando, en los conocidos paseos espaciales o cuando deben explorar la superficie lunar.
El origen español del traje espacial
Aunque en la carrera espacial, Estados Unidos y Rusia se han llevado gran parte del protagonismo, hay un nombre español que destaca en esos inicios de investigación cuando la idea de llegar al espacio todavía parecía un sueño. Emilio Herrera ha tenido que esperar más de 50 años para que se le reconozca el mérito de su trabajo como se merece.
Herrera se dedicó en cuerpo y alma a la que se conoce como la «escafandra estratosférica». Su objetivo era diseñar un casco y traje que permitiera a los investigadores alcanzar las capas más altas de la atmósfera en la investigación aeronáutica, sin embargo, acabó siendo el precursor del traje espacial, la inspiración para las primeras misiones.
El traje debía facilitar el movimiento por lo que diseñó las articulaciones como si fueran un acordeón y terminó pesando 127 kilos, solo tres kilos menos que los trajes que la NASA ideó en 1982. El casco, por su parte, tenía un sistema de comunicación radioteléfonico y un triple cristal irrompible con filtros para proteger la vista de la luz ultravioleta y los ultrarrojos.
Según han recogido algunos historiadores, la NASA quiso trabajar con este científico español, pero Herrera terminó declinando la oferta ante la negativa de la agencia espacial de incluir la bandera de España en la nave donde iría el primer prototipo del traje.
¿Por qué son blancos o naranjas?
Los trajes espaciales han contado con dos colores fundamentales. Si repasamos las fotografías de la NASA, vemos que estos pueden ser blancos o naranjas. A la hora de crear un traje para los primeros astronautas había dos objetivos claros en mente: protegerlos y diferenciarlos en el espacio.
Por este motivo se buscaron colores que resaltarán especialmente con el fondo negro de la profundidad del espacio y ya de paso, del océano cuando volvieran a la tierra. Al igual que los salvavidas de los barcos, el color naranja era el más adecuado y es el que se utilizaba cuando los astronautas vuelven a casa. Ahora existen formas más sofisticadas de localizar a los astronautas que necesitan ser rescatados, como los sensores GPS, por lo que las agencias espaciales pueden ser más creativas con los colores.
No obstante, en otros momentos de la misión hay otras prioridades, para las cuales se optó por crear otro traje de color blanco, el más conocido. El blanco es el color que refleja la radiación de manera más efectiva mientras se está en el espacio exterior.
Una vez sales de la protección de la atmósfera, te enfrentas a temperaturas abrasadoras, quemaduras solares severas e incluso a daños celulares que podrían causar cáncer. En el fondo es el mismo efecto que consiguen las casas blancas en las zonas más calurosas como el sur de España, así las habitaciones se mantienen más frescas.
¿Qué partes tiene un traje?
Al margen de la curiosidad del color, desde aquellos primeros prototipos, el traje espacial se ha convertido en un conjunto de elementos para servir a los astronautas en todas y cada unas de las necesidades que puedan tener ahí fuera.
No solo deben proteger de la radiación, los trajes espaciales sirven de protección contra los escombros que se precipitan alrededor de la Tierra y las condiciones intensamente frías del espacio. Pero hay más, otras funciones son la de proporcionar oxígeno, eliminar el dióxido de carbono del aire y proporcionar hidratación y un inodoro.
Casco a prueba de balas
El casco cumple con casi todas estas funciones, dentro de la cabina se le dispensa oxígeno presurizado al astronauta y, si tiene sed, agua a través de un tubo. El casco son varias capas, una de ellas para la visera que le protege de la luz solar y le deja ver, y otra de policarbonato, el mismo material que se encuentra en el vidrio a prueba de balas por si se aproxima alguna roca o parte de meteorito.
Además cuenta con un micrófono, altavoces y una cámara para poder comunicarse con el interior de la nave y la tierra mientras está arreglando algo en el exterior de la nave.
Torso y brazos
En esta sección el detalle más importante es la pantalla desde la que se controla el traje y las constantes vitales del astronauta o el oxígeno del casco. Esta pantalla se encuentra en el pecho, pero no se puede ver desde dentro del casco, por lo que con un pequeño espejo en la muñeca se consigue el reflejo para ver los datos, que están hacia abajo.
También en la muñeca tienen una lista de verificación para saber todo aquello que deben conseguir durante el paseo espacial. Los brazos se atornillan al torso y tienen distintas tallas para ajustarse a la longitud de los brazos de cada astronauta.
Están compuestos de varias capas, las más cercanas a la piel sirven de refrigeración líquida, al contrario que en los guantes donde los dedos tienen calefacción para que no se congelen en el espacio. Las capas exteriores están compuestas de poliéster recubierto de aluminio (Mylar) diseñado para aislar y detener los micrometeoritos y pequeños escombros que pueden perforar el traje.
Torso inferior
Todas las piezas cuentan con una unión especial que sirve para dar movimiento a brazos, muñecas y cintura. Las piernas son similares a los brazos en cuanto a composición, pero su principal cualidad es que tiene varias correas que mantienen al astronauta unido a la nave para que no salga volando.
Las misiones fuera de la nave pueden durar horas, por lo que no es práctico que los astronautas tengan que volver a entrar, quitarse el traje, ir al baño y volver a vestirse y salir cada vez que tengan una necesidad. Para evitar esta pérdida de tiempo y energía, en los pantalones llevan un pañal conocido por su máxima absorbancia.
En cuanto a los zapatos, no suelen tener una suela especial para las misiones en el espacio. Únicamente se ha usado suelas adherentes en aquellas misiones que necesitaban pisar la superficie lunar y así caminar más fácilmente.
Mochila o Subsistema de soporte vital primario
El oxígeno y el agua van en la espalda del astronauta. Al estilo de las tortugas ninja, llevan la casa a cuestas. El Primary life support subsystem contiene los tanques de oxígeno como si fuera la bombona de un submarinista y les suministra aire durante más de siete horas seguidas. Para completar el ciclo, los botes de hidróxido de litio se ocupan de extraer dióxido de carbono del aire cuando el astronauta respira.
De esta mochila también se consigue el agua para beber y la refrigeración líquida que mantiene la temperatura del cuerpo estable. Si todo este sistema vital falla, el traje avisa al astronauta para que regrese cuanto antes a la nave.
En último lugar, ya hemos contado que el astronauta está atado con el traje a la nave para no perderse flotando en el espacio. En caso de que se suelte y empiece a alejarse de la nave, la mochila cuenta con un sistema de propulsión para regresar y ponerse a salvo, es lo que se conoce como Simplified Aid For EVA Rescue (SAFER).
Robots de pruebas
Este androide casi hermano de C3PO que ves en la siguiente imagen es un robot de la NASA de los años 60. Por aquel entonces su función era probar los trajes de los astronautas antes que nadie para asegurarse que no suponían ningún riesgo para los seres humanos.
Se le conoce como Power Driven Articulated Dummy (PDAD) y llegaron a tener dos unidades entre mayo de 1963 y julio de 1965. El robot pesa 104 kg y tiene una altura ajustable entre 1,65 y 1,88 m. Estaba controlado por un ordenador y una batería externa usando sistemas eléctricos e hidráulicos para ahorrar espacio. Podía simular 35 movimientos humanos básicos: girar sus caderas, levantar y bajar los brazos y las piernas, apretar los puños, estrechar la mano o encogerse de hombros. También equipaba sensores en cada articulación para medir las fuerzas que el traje ejercía sobre el cuerpo humano.
El método de prueba se acabó sustituyendo por otro por los fallos y roturas que presentaban los robots, que acabaron siendo subastados hace unos años como reliquias del pasado. Ahora la NASA y demás agencias cuentan con sistemas más eficientes, donde los propios ingenieros se prueban los trajes y se adentran en cámaras diseñadas para simular el entorno de vacío experimentado en la nave espacial.
Los trajes de las astronautas
La incorporación de las primeras astronautas ha supuesto algunos quebraderos de cabeza, por ejemplo, a la hora de regular su periodo menstrual en el espacio y suministrarles productos de higiene que hasta ese momento los hombre no habían necesitado en la nave. Incluso hay un rumor no confirmado que asegura que los científicos pensaban que la gravedad cero podía provocar una peritonitis por acumulación de la sangre en el útero.
La experiencia tranquilizó todas las dudas y preocupaciones, las mujeres podían ser tan capaces como los hombres de ser astronautas. Es verdad que el uso de anticonceptivos y productos de higiene sigue provocando debate de vez en cuando. Principalmente por el espacio que ocupan en la nave y los posibles efectos que puede provocar cortar el periodo a una mujer durante los años que dure una misión a Marte, por ejemplo.
Sin embargo, nada de esto afectó a los trajes espaciales, salvo por un detalle la talla. La integración de las mujeres en las misiones espaciales sigue siendo menor que la de los hombres, pero poco a poco se va consiguiendo romper ese techo de cristal. Aunque algunas veces haya que dar golpes muy fuertes, como el del año pasado.
En marzo de 2019 se tuvo que cancelar una misión histórica, el primer paseo espacial exclusivamente femenino. Dos astronautas, Anne C. McClain y Christina H. Koch, se debían aventurar fuera de la Estación Espacial en una misión de seis horas para instalar enormes baterías de iones de litio que ayudarán a alimentar el laboratorio de investigación. Era la primera vez que el equipo estaría formado sólo por mujeres, pero no había trajes para las dos.
McClain y Koch necesitaban dos piezas del torso de la talla m y en la Estación Espacial únicamente tenían una. Al final el paseo lo tuvieron que realizar Christina H. Koch y su compañero Nick Hague. Ese momento histórico tendrá que esperar, pero es un buen ejemplo de cómo funcionan los trajes espaciales.
Del pasado al futuro: los trajes de SpaceX y la misión a Marte
Desde su invención, la NASA y demás agencias espaciales no han dejado de hacer modificaciones y de buscar tecnologías de innovación que pudieran incluirse en la fabricación de estos trajes. También hay que tener en cuenta que las misiones van cambiando y los astronautas se enfrentan a otros peligros o situaciones.
Las próximas dos grandes misiones tienen como objetivo vivir en la Luna y llegar a Marte, lo que supone otras condiciones que han influido en la creación de nuevos trajes. Antes de llegar al planeta rojo, utilizarán la luna como base de pruebas y los trajes que allí se usarán ya se han presentado.
Son dos, uno naranja para el despegue y la entrada de nuevo a la atmósfera terrestre y un segundo traje para la exploración del polo sur lunar. Es muy similar a los que hemos visto antes, pero con modificaciones como un nivel extra de movilidad que permite que el astronauta gire la cabeza, mueva los dedos, camine en vez de dar saltos e, incluso, se arrodille a recoger muestras del suelo.
The 1st woman and next man will go to the Moon in 2024 👩🚀👨🚀
Today, we previewed the next-generation #Artemis spacesuits that our astronauts will wear – 1 for launch and re-entry, and 1 for exploring the lunar South Pole. Watch a recap: https://t.co/e4cxB3rK6e pic.twitter.com/PtYSLqHq62
— NASA (@NASA) October 16, 2019
Otra gran ventaja que la NASA ha incorporado es la mejora del sistema de comunicación del casco que antes fallaba con facilidad y que ahora atiende a comandos de voz. El traje se puede ensamblar por partes según la necesidad del momento, lo que los hace más sostenibles y versátiles, evitando futuras polémicas como en incidente con las astronautas que hemos visto antes.
Antes incluso de llegar a la Luna y dar uso a estos modernos trajes, otros han llamado la atención del mundo en los últimos meses. Aquellos con los que comenzábamos este artículo, los de Bob Behnken y Doug Hurley para la primera misión tripulada de SpaceX y que son una creación de José Fernández, diseñador de vestuario de Hollywood.
Fernández ha participado en películas como Thor: Ragnarok, X-Men: Apocalipsis, Batman vs Superman: El amanecer de la justicia y Oblivion. Su diseño de un casco espacial más moderno conquistó a la empresa de Elon Musk que le encargó el traje completo. Es cierto que los astronautas no debían salir al espacio, por lo que no era necesario un traje tan completo como los EMU, aún así, sigue siendo necesario que proteja de los posibles peligros que pueden ocurrir estando dentro de la cápsula.
La NASA sometió a rigurosas pruebas al traje diseñado por Fernandez, el cual siguió una indicación muy clara de SpaceX, querían convertir el traje espacial en un traje chaqueta y corbata, es decir, con más estilo. En los guantes se incluyen yemas para poder usar las pantallas táctiles de la nave y el casco está fabricado en 3D con un sistema de micrófonos dentro para la comunicación con tierra. Así es la evolución de un traje que ha llevado al ser humano al espacio en innumerables ocasiones.