Los conocimos a través de los comics, los libros, el cine y las series de televisión. Robby the Robot, HAL 9000, R2-D2, Data, el anárquico Bender… Los robots llevan entre nosotros toda la vida. Pero formaban parte de la fantasía y la ciencia-ficción. Ahora son reales, y nos superan en muchas cosas.
Pensábamos que se dedicarían a completar tareas pesadas y repetitivas que a nosotros nos resultan tediosas, pero poco a poco vemos cómo los robots ocupan todo tipo de puestos de trabajo que hace unos años nos resultaban impensables.
La primera vez que nos dimos cuenta de que la máquina podía superar al ser humano, también en el ámbito intelectual, fue en 1997, cuando el ordenador de IBM Deep Blue venció al campeón del mundo de ajedrez, Gary Kasparov, en un campeonato de ajedrez. Aquello cambió por completo nuestra percepción de la evolución de las máquinas.
No solo reparten paquetes, conducen coches, exploran Marte, cuidan a personas o nos ganan jugando a videojuegos. También pintan cuadros o escriben artículos periodísticos. E incluso contratan y despiden personal.
Una máquina dotada de inteligencia artificial, parece una combinación invencible. Pero aún existen tareas en las que un ser humano sigue siendo superior a una máquina. Al menos de momento…
Human vs. Machine: aquí ganamos
- Política
- Empatía
- Imaginación
- Publicidad
- Improvisación
- Baile artístico
- Entender o escribir chistes
- Transmitir cariño y complicidad
- Dar malas noticias
- Negociar
Política
Cada vez más profesiones son ocupadas por robots, pero parece que aún tendrán que pasar algunas décadas, incluso siglos, para que veamos a un robot político.
La política es un arte muy difícil de interpretar por una máquina. Conceptos como criticar al Gobierno aunque lo haya hecho bien, llevar la contraria a un rival aunque estés de acuerdo con él, hacer pactos en contra de tus propios compañeros de partido para ocupar un cargo, o hacer todo lo contrario de lo que habías prometido a tus electores, son muy dificiles de entender por una máquina.
¿Un robot político que se rija por la ética, que siempre actúe buscando lo mejor para la ciudadanía, que sea insobornable y que cumpla con su programa electoral? ¡Pura ciencia-ficción!
Tranquilos, señores políticos, que ningún robot les va a quitar el puesto…
Empatia
De momento, los robots no pueden ejercer tareas en las que se requiera usar la empatía, es decir, la capacidad de ponernos en la piel del otro. Tomar decisiones en base a la comprensión de cierta situación, aplicando la piedad, la complicidad, o por qué no, la lástima.
Cuidar o educar a enfermos mentales, a adolescentes conflictivos, y a otras personalidades complicadas, requiere habilidades psicológicas que por ahora están fuera del alcance de la fría lógica de una máquina.
Imaginación
¿Pueden las máquinas imaginar cosas? Técnicamente, sí. La inteligencia artificial de Google, DeepMind, es capaz de imaginar mundos en 3D a partir de una foto en 2D. Otras escriben poemas abstractos.
Pero es una imaginación muy básica y limitada, basada en unos parámetros, y que casi siempre no tiene mucho sentido. Para una inteligencia artificial de momento es muy díficil imaginar mundos complejos de fantasía que tengan una coherencia y una profundidad como la que alcanzamos los seres humanos.
Pero solo es cuestión de tiempo hasta que veamos a una IA escribiendo best-sellers de ciencia-ficción…
Publicidad
Las máquinas tienen muchas habilidades, pero casi siempre están especializadas en una sola.
Existen profesiones que no solo exigen imaginación que, como hemos visto, aún es muy complicado para una inteligencia artificial. También se requieren otras cualidades que se aplican al unísono.
Un buen ejemplo es la publicidad. Crear una buen anuncio de televisión o de internet necesita originalidad, carisma, conocimientos artísticos, picardía, intuición, adornar virtudes, ocultar defectos, y otras habilidades que a día de hoy las máquinas no tienen. Y mucho menos, la capacidad para combinarlas.
Improvisación
Las máquinas son muy buenas completando tareas preprogramadas. Y la inteligencia artificial tiene capacidad para aprender, y resolver problemas por su cuenta.
Pero aún no pueden igualar a nuestro cerebro cuando se trata de improvisar: hallar una solución a un problema completamente imprevisto.
Incluso la IA se mueve con unos parámetros, y cuando cambian por completo necesita un tiempo de adaptación, de ensayo y error. No puede improvisar, o al menos no puede hacerlo con el porcentaje de éxito de los humanos.
Baile artístico
Existen todo tipo de robots bailarines. Pero moverse al ritmo de la música no es bailar, desde un punto de vista profesional.
Un baile artístico como el ballet, la danza, el patinaje artístico, el flamenco, producen una conexión entre el bailarín y el espectador.
Además de mover su cuerpo al ritmo de la música, podemos sentir cosas que nos transmite el propio bailarín: pasión, alegría, tristeza, rabia… emociones transmitidas por la forma en la que el profesional ejecuta esos movimientos, y que son ligeramente diferentes según la persona, o el estado de ánimo.
Bailar es mucho más que agitar el cuerpo, amigo CHARLI el robot…:
Seguro que en el futuro veremos buenos robots bailarines, pero otra cosa muy diferente es que sean capaces de transmitirnos algo…
Entender o escribir chistes
¿Cómo se crea un buen chiste? Nadie lo sabe. Ningún maestro de la comedia ha podido transmitir sus conocimientos, porque es algo inherente a cada persona.
Hay chistes que no tienen sentido, chistes que solo hacen gracia en ciertas culturas, y un mismo chiste contado por dos personas diferentes, puede tener un éxito muy distinto.
La comedia es un enigma, y las máquinas no entienden este tipo de enigmas. Afortunadamente…
Transmitir cariño y complicidad
Una máquina, por muy perfecta que sea, no tiene sentimientos, y por tanto no puede transmitirlos a los humanos.
Si has tenido un problema y un robot te dice «siento mucho lo que le ha pasado«, sabes que no es verdad. No hará que te sientas mejor.
Del mismo modo, si un robot es extraordinariamente amable o atento contigo, no tiene ningún valor. Ha sido programado para ello. Algo que sí valorarías si esa amabilidad te la transmite una persona.
Hay momentos en que necesitas ser comprendido o reconfortado por alguien, y esa necesidad no la puede cubrir un robot.
Dar malas noticias
Es algo de lo que no nos gusta hablar, ni pensar, pero hay momentos en la vida en los que alguien tendrá que darte una mala noticia. Quizá una enfermedad propia o de un ser querido, o un fallecimiento. Y nadie desea que esa noticia se la de un robot.
Dar malas noticias exige tener tacto, evaluar la situación, comprobar el estado anímico de esa persona, e intentar que le impacte lo menos posible. Cuando hablamos de sentimientos, aquí no pinta nada una máquina.
Negociar
Una inteligencia artificial, teóricamente, puede negociar: un contrato, una venta, un tratado de paz, un secuestro, o un atraco a un banco. Pero la teoría y la lógica raras veces sirven en una negociación.
Normalmente, negociar no se basa en conceptos concretos como una cantidad de dinero, una posesión o un deseo. En una negociación intervienen aspectos como la lucha de poder, el honor, el orgullo, las ideas políticas, la desesperación, el conocimiento de las debilidades o los gustos del rival, el instinto, y otros muchos conceptos abstractos que una máquina no podría captar.
Sus posibilidades de cerrar un acuerdo con éxito, son menores que las de los humanos. Al menos que sea una negociación entre robots…
Hemos visto 10 cosas en las que las máquinas no han conseguido superar al ser humano. Seguro que ahora te sientes un poco más reconfortado por pertenecer a ese fascinante y contradictorio grupo de seres vivos llamado Humanidad…