El desarrollo de la IA capaz de generar de forma automática caras falsas ha impulsado un nuevo negocio: la venta de estos rostros de personas que no existen.
La inteligencia artificial a veces es un concepto complejo y obtuso, pero está abriendo la puerta de nuevos mercados.
El último: venta de caras falsas por menos de un euro la unidad.
Es lo que descubre The New York Times en un reportaje interactivo que se detiene en el fenómeno de las redes neuronales enfrentadas, un tipo de desarrollo de IA que permite a una máquina ‘entrenar’ y ‘aprender’ por su cuenta.
Sitios como This Person Does Not Exist son conocidos: cuando una persona accede a la página web verá la fotografía de una persona. Si vuelve a entrar, o refresca la página, la misma cargará la foto aleatoria de otro individuo. Con la salvedad, claro, de que esas personas no existen.
Es un ejemplo de inteligencia artificial con redes neuronales enfrentadas. This Person Does Not Exist utiliza estas redes neuronales enfrentadas en un desarrollo llamado StyleGAN2 creado por investigadores de la Universidad de Cornell, en Nueva York, en colaboración con Nvidia.
Para entender de forma muy somera el funcionamiento de estas redes enfrentadas, una red recibe la orden de generar fotografías de rostros humanos —y para ello cuenta con un compendio de datos con orejas, ojos, labios, narices…— mientras que la otra red trata de discriminar las soluciones que proponga la primera: «Esa foto parece un humano de verdad», «esa no».
De este modo, las redes neuronales comienzan una dinámica similar a un juego de suma cero. Cada vez que la red que discrimina las fotos tumba la propuesta de la primera, la primera se esfuerza más para conseguir sortear el examen de la segunda.
This Person Does Not Exist es el experimento de estos investigadores con rostros humanos. Pero también existe el mismo experimento con gatos y caballos. Los usuarios que entren en This Cat Does Not Exist o en This Horse Does Not Exist se encontrarán con una anomalía: las fotografías que propone la página web son sensiblemente más pequeñas que las que las redes neuronales proponen sobre rostros humanos.
La razón es muy sencilla: las redes neuronales que se ‘inventan’ gatos y caballos llevan menos tiempo ‘jugando’, mientras que las que proponen rostros humanas ya están más entrenadas y por eso consiguen resultados más fiables y a mayor resolución.
Del experimento al negocio
Para comprobar la eficacia de esta tecnología, la redacción de The New York Times hizo su propio desarrollo en IA para crear imágenes de personas falsas. «Lo hicimos para comprender lo fácil que es hacer rostros falsos». El prestigioso medio detalla que la IA ve cada cara como una compleja figura matemática, por lo que alterando valores —como la longitud de una nariz, por ejemplo— se pueden crear caras completamente falsas desde cero.
«Cuando la tecnología apareció en 2014 era mediocre, parecían personajes de Los Sims«, detalla Camille François al medio neoyorquino. François es un investigador en ciberseguridad y desinformación. Recuerda el Times que estos avances en la creación de rostros falsos han sido posibles en parte a que la tecnología de reconocimiento facial ha mejorado.
Los usuarios pueden ahora utilizar su propia cara para desbloquear el teléfono, y las policías de todo el mundo utilizan herramientas como la de Clearview AI —denunciada en Europa— para detener sospechosos. Mercadona trató de implementar a mediados de año esta tecnología de reconocimiento facial esta tecnología, pero la AEPD inició una investigación.
Como respuesta al auge de esta tecnología, también ha mejorado la creación de rostros falsos.
Desde usuarios de Twitter que quieren ocultar su identidad hasta empresas que quieren adornar sus páginas web con rostros diversos. Ya hay sitios como Generated.Photos en los que puedes comprar rostros falsos desde 2,99 dólares, según The New York Times, o 1.000 rostros por 1.000 dólares.
En el momento de la compra, el cliente puede elegir qué tipo de rostro quiere: edad, género y singularidades faciales pueden ser personalizadas.
Con estos mimbres, parece evidente que en el futuro será muy difícil discernir qué cara es real de la que no en la red.
Este artículo fue publicado en Business Insider España por Alberto R. Aguiar.