Hogueras eternas en los lugares más inesperados
Si pensamos en fuego en la naturaleza, generalmente nos vienen la cabeza o bien volcanes o bien incendios, generalmente provocados por la irresponsabilidad del ser humano. Aunque el fuego en sí sea un fenómeno natural, no es tan común verlo en la naturaleza, y menos aún sin que sea una fuente de destrucción.
Pero la naturaleza esconde secretos de lo más curiosos. En varios lugares del mundo hay zonas perpetuamente en llamas, contenidas gracias a diversos factores, pero todas ellas causadas por un fenómeno común.
El gas natural es una mezcla de diferentes gases que, como su propio nombre indica, son de origen natural. Puede encontrarse en yacimientos de petróleo, pero también en zonas subterráneas de forma independiente.
Como seguramente ya sabrás, es altamente inflamable. Y en ocasiones, cuando un pozo de gas natural tiene grietas o aberturas a la superficie, esto puede crear fuegos que arden durante décadas, o incluso siglos, dependiendo de las reservas de gas del yacimiento.
Gracias a este fenómeno, hay varias “hogueras eternas” en el mundo. Una de las más conocidas es Yanartaş, una zona dentro de un parque natural de Turquía. Este área está repleta de agujeros que emiten gas, y llevan ardiendo varios miles de años.
También es muy conocida la llamada “Eternal Flame Falls”, o la cascada de las llamas eternas, situada en el estado de Nueva York. Tras el agua de esta cascada hay una pequeña cueva con una llamarada eterna en su interior, también causada por la emisión de gas natural del interior de la tierra.
Aunque quizá la hoguera eterna más llamativa es el Pozo de Darvaza, conocida también como Puerta al Infierno. Este caso es algo más particular: tras un hundimiento de tierra en una prospección de gas, los geólogos decidieron prenderle fuego para tratar de consumir rápidamente los gases peligrosos.
Pero lo que esperaban que fuera un fuego de apenas unas horas lleva ya más de medio siglo en llamas. No hay expectativas de que se apague pronto, y tampoco ha habido éxito al intentar apagarlo manualmente.
Volcanes y rayos: las tormentas sucias
Una erupción volcánica es un espectáculo de por sí increíble. Las llamaradas, las explosiones, las corrientes de lava y las rocas expulsadas por el cráter crean algo digno de ver, aunque por supuesto desde una distancia considerable.
Durante una erupción se producen numerosos fenómenos naturales, que varían bastante en frecuencia e intensidad dependiendo del tipo de erupción que está produciéndose. Y hay uno muy particular que probablemente es muy poco conocido: las tormentas sucias.
Las tormentas sucias son un fenómeno natural que puede producirse durante las erupciones volcánicas de cualquier tipo. Se conocen también como relámpagos volcánicos, y consisten en la producción de descargas eléctricas en las nubes volcánicas.
Usualmente, estamos acostumbrados a ver rayos y relámpagos en tormentas eléctricas. Pero en las tormentas sucias no es necesario que exista una tormenta previamente, las emisiones del volcán son más que suficientes para causarlo.
Por supuesto, la presencia de humedad ambiental y condiciones atmosféricas favorables ayuda considerablemente. No obstante, incluso sin eso a su favor, la colisión de partículas de ceniza volcánica puede generar suficiente electricidad estática como para provocar la aparición de descargas eléctricas.
Y es esto precisamente lo que les da su nombre de tormentas sucias. Dado que no provienen de una nube de tormenta, sino de una nube de ceniza, las descargas eléctricas se producen en áreas del cielo completamente cubiertas por la ceniza.
Observar una erupción volcánica desde un lugar seguro puede ser una visión increíble, especialmente durante la noche. Pero si a eso le añades rayos y relámpagos golpeando sobre el volcán, el evento es si cabe todavía más impresionante.
Auroras polares verticales: los pilares de luz
En ocasiones los espectáculos que podemos contemplar en el cielo no se deben a eventos que ocurren a decenas de miles de kilómetros de distancia de la Tierra, sino a eventos mucho más cercanos a nosotros.
Las auroras polares son un buen ejemplo de ello. Se producen por el choque de partículas solares cargadas contra el campo magnético de la Tierra, y crean un bello espectáculo en las regiones cercanas a los polos de nuestro planeta.
Pero las auroras solo se dan en ciertas regiones, por lo que solo quienes viven en esas zonas o tienen la posibilidad de viajar a ellas pueden contemplarlas. Por suerte, hay un fenómeno muy similar que puede darse en cualquier lugar.
Nos referimos a algo que se conoce con el nombre de pilares de luz. Visualmente se parecen mucho a las auroras polares, pero al contrario que las auroras, no están causadas por el efecto del viento solar en la Tierra.
Estos pilares son un fenómeno óptico, causado por el reflejo de cualquier luz sobre cristales de hielo que están suspendidos en nubes o en la atmósfera. No es necesario que la fuente de luz sea algo específico; los pilares de luz se crean tanto con luz natural como con luz artificial.
Estos pilares parecen grandes columnas de luz, que se extienden por encima y por debajo de la fuente de luz que los está produciendo. Su color puede variar a causa de la propia fuente de luz, y también de las condiciones atmosféricas.
Lo bueno de este tipo de fenómenos es que, como pueden producirse gracias a cualquier fuente de luz, es posible verlos en cualquier parte del mundo en la que haga suficiente frío. Incluso la luz de farolas puede crear pilares de luz, así que con algo de suerte quizá puedas verlos cerca de donde vives.