Se estima que existen alrededor de 7.000 idiomas diferentes se hablan en todo el mundo de los cuales, el 90% es hablado por menos de 100.000 personas, como los propios de las tribus o poblaciones con dialectos diferentes. Una compleja amalgama que dificulta el entendimiento entre distintas sociedades, impide la transmisión de conocimiento en la Humanidad y provoca tensiones culturales entre cada uno de los polos de la Tierra.
En tanto que estamos en un mundo globalizado e hiperconectado, resulta obvio que esta heterogeneidad idiomática resulta, cuanto menos, ineficiente en este nuevo contexto. Este fenómeno, unido al del triunfo de EEUU tras la Guerra Fría y su ascenso como única superpotencia en los instantes finales del siglo XX, propiciaron que el inglés se convirtiera de facto en el idioma universal, en la lengua común para el globo entero.
Pero antes de que eso ocurriera, ya hubo propuestas que pretendían aunar a toda la Humanidad en torno a un mismo idioma compartido. La más importante de todas ellas es el esperanto, un idioma planificado y creado desde cero, ideado hace ya 100 años y con la independencia y neutralidad política o cultural como principales valores frente al uso globalizado del inglés u otra lengua nacional. Y es que, ¿quién nos garantiza que la siguiente superpotencia no será China y tendremos todos que aprender su idioma?
Con el esperanto esa problemática, esa dependencia de los ritmos económicos y políticos, desaparece. Así quedó reflejado en la Declaración de Boulogne, en la que se establece como principal objetivo del esperanto el ser una alternativa internacional rápida de aprender y neutral de las grandes lenguas de cada época (griego, latín, español, francés y ahora inglés, según el momento histórico).
El esperanto parte del abecedario latino, aunque incluye seis letras más con acento diacrítico (ĉ, ĝ, ĥ, ĵ, ŝ y ŭ). Tan sencillo es el idioma que se organiza en torno a 16 reglas gramaticales que no admiten excepciones de ningún tipo. Los tiempos verbales tampoco cambien según la persona ni número, además de que no existen verbos irregulares como en la mayoría de lenguajes.
Para simplificarlo todavía más, en el esperanto las terminaciones de las palabras son comunes y sirven para indicar de que clase de elemento se trata (-a para adjetivos, -o para sustantivos). A partir de las propias raíces de las palabras, y simplemente añadiendo sufijos y prefijos, podremos construir todo el abanico de vocabulario necesario para conversar o escribir un texto.
¿Cómo surgió el esperanto?
El esperanto, como decimos, es un idioma planificado, lo que significa que fue ideado desde cero y no surgido del uso o la costumbre como sucede con la mayoría de nuestros lenguajes, de forma natural. En este caso, además, se da la particularidad de que la idea del esperanto no surgió de un grupo de personas ni una institución como tal, sino de un individuo concreto con nombre y apellido: el oftalmólogo Lázaro Zamenhof.
Este polaco (residente en la ciudad de Bialystok, de aquella bajo el dominio de los zares) trabajó durante más de una década (desde que tenía 17 años) hasta dar, en 1887, con el proyecto del esperanto: una lengua auxiliar internacional capaz de ser utilizada por diferentes culturas y sociedades. Suyo es el primer manual para hablar este particular idioma y suyo es el mérito de que Polonia se haya convertido de facto en el epicentro del desarrollo y normalización de esta lengua a escala global.
Ventajas del esperanto
Ya hemos dejado caer algunas de las ventajas del esperanto, no sólo por la sencillez del idioma (algunos expertos cifran en hasta 10 veces más fácil de aprender el esperanto frente a cualquier otra lengua) sino también por el carácter internacional del vocabulario (que parte de raíces latinas, también rusas, anglosajonas, hebreas, japonesas…).
Pero sin duda su principal ventaja es la inmutabilidad de su espíritu y su neutralidad política o geográfica. Esto es, que no se trata de una propuesta imperialista o que busque reemplazar un idioma por el de una superpotencia determinada. Tampoco de un idioma perteneciente o controlado por un país o coto cerrado de personas. Ni uno que implique sesgos políticos, éticos o ideológicos de por si. Lo que busca es la mera transmisión de conocimiento entre los humanos de la forma más sencilla y rápida posible.
Adopción y fracaso
En un primer instante, el esperanto gozó de un cierto interés a escala mundial. A ello contribuyeron principalmente dos factores, como son la lucha obrera (que usó este idioma como suyo, en contraposición a las lenguas nacionales ‘opresoras’) y la compleja y alocada situación geopolítica que se vivió a finales del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX (con numerosas separaciones y anexiones nacionales que implicaban la imposición de nuevos idiomas que la población no controlaba).
También fue una época en la que la formación de las dos grandes superpotencias (EEUU y la URSS) todavía no estaba consolidada, por lo que era imperativo tener un idioma común que fuera aceptado por todos los países. Hasta tal punto era clave este lenguaje universal que la Sociedad de Naciones (precursora de la actual ONU) se planteó el uso del esperanto como idioma oficial.
Sin embargo, la adopción popular fue bastante más reducida de lo que cabría pensar para un idioma universal. Se estima que a finales del siglo XX había entre 100.000 y dos millones de hablantes del esperanto en todo el mundo, de los que apenas 1.000-10.000 son nativos. En un estudio más reciente, el de Svend Nielsen en 2016, la cifra de hablantes del esperanto se queda en apenas 63.000 personas, de los cuales 2.198 estarían en España.
El fracaso es obvio y la pérdida de interés en el esperanto también. Como ya hemos adelantado, la imposición del inglés como idioma hegemónico ha hecho que desaparezca la necesidad de otro idioma universal artificial y planificado. Además, el idioma inglés es también de los más sencillos y rápidos de aprender, lo que es suficiente para restar atractivo a otra de las ventajas del esperanto. Por otro lado, el hecho de querer crear una lengua desde cero, sin vinculaciones históricas con ningún territorio, y pretender que sea adoptada masivamente no deja de ser algo utópico, en tanto que va en contra de la forma de pensar y actuar natural del ser humano y de las sociedades.
Pese a ello, el esperanto sigue siendo un símbolo de la unión de culturas y la eliminación de barreras a la transferencia del conocimiento entre distintos países. Por ello, el esperanto figura entre los distintos idiomas que Google incluye en sus servicios (incluido Android o el traductor), medida compartida también por redes sociales como Facebook o la Wikipedia. Según indica la propia enciclopedia abierta, con 234.000 artículos, la Wikipedia en esperanto se encuentra en el 32º puesto y en proporción es la más internacional de todas en origen de contribuciones.
Este artículo fue publicado en TICbeat por Alberto Iglesias Fraga.