Antes de la pandemia del nuevo coronavirus, el dióxido de cloro era promocionado como «salvador» frente a enfermedades como la malaria, diabetes, asma, sida, cáncer o autismo. Sin embargo, esta sustancia química es peligrosa ya que entre sus efectos adversos graves se incluyen insuficiencia respiratoria, insuficiencia hepática aguda, ritmos cardíacos anormales y posiblemente mortales.