Un grupo de hackers ha accedido a más de 200 cámaras de Tesla en una fábrica que tiene la compañía en China.
Elon Musk estaba tan convencido de que sus Tesla eran imposibles de piratear que retó a los hackers a ponerlos a prueba: aquellos que consiguieran demostrar que eran vulnerables recibirían 890.000 euros y hasta tres Tesla Model 3. Suponemos que no les planteó la opción de hacer lo mismo con sus factorías porque si no, tendría que hacer un jugoso desembolso. ¿La razón? Un grupo de hackers ha accedido a las más de 200 cámaras que Tesla tiene en su fábrica de China.
El colectivo de hackers ‘APT-69420 Arson Cats’ se ha colado en una red compuesta por más de 150.000 cámaras de seguridad que están ubicadas en hospitales, escuelas, prisiones y en la citada planta de Tesla. El grupo, que ya ha reconocido la autoría del incidente, se describe como anticapitalista y un tanto anarquista. Y, además, afirma que su lucha es la libertad de la información.
La fábrica de Shanghái
Los hackers desvelaron que habían descubierto las credenciales de la cuenta de un administrador de alto nivel que pertenece a la empresa Verkada de Silicon Valley: esto les dio la llave de acceso y control de toda la red. Esta compañía es la encargada de controlar una plataforma de sistemas de seguridad en línea y entre sus clientes está Elon Musk.
Tesla tiene contratados los servicios de Verdaka para la fábrica que tiene en Shanghái. Los piratas informáticos accedieron a las 222 que están instaladas tanto en los almacenes como en la línea de producción donde los trabajadores, ajenos al hackeo, desempeñaban sus labores: las grabaciones capturaban en detalle todos sus movimientos.
En tiempo real
Las cámaras de Verdaka forman parte de un complejo sistema de vigilancia al que ‘APT-69420 Arson Cats’ tuvo acceso sin tener que vulnerar la compañía. Estos dispositivos transmiten en tiempo real lo que ocurre en los lugares donde están instalados gracias a un sistema de gestión basado en la nube.
Así las cosas, los hackers fueron testigo de lo que ocurría en la fábrica de Tesla, pero también de todo lo que tenía lugar en las salas de terapia intensiva de un hospital de Texas, en el comedor de una prisión en Alabama, en las salas de interrogatorio de una estación de policía o el interior de la escuela Sandy Hook. De esta forma, la brecha de seguridad dejó al descubierto los servicios que ofrece Verdaka a sus clientes.
La compañía cortó el acceso a las cuentas del administrador en cuestión para evitar más filtraciones, notificó a sus clientes lo ocurrido y ya se ha puesto manos a la obra para investigar el ataque de ‘APT-69420 Arson Cats’ con ayuda de una empresa de seguridad externa. Según uno de los hackers que forma parte del colectivo, su acción expone lo mucho que nos vigilan y el poco cuidado que se pone a la hora de asegurar las plataformas que usan para ello.
Este artículo fue publicado en Autobild por Elena Sanz Bartolomé.