Lleva un cuarto de siglo persiguiendo el sueño de batir el récord del mundo de velocidad. Con 72 años Rosco McGlashan intentará alcanzar los 1.600 Km/h, superando en casi 400 Km/h el récord actual. ¿Es posible?
En el mundo de la tecnología, lo más nuevo se convierte en anticuado en apenas unos meses. Por eso sorprende que el récord del mundo de velocidad en tierra firme tenga nada menos que 23 años de antigüedad.
Lo estableció el británico Andy Green en 1997, pilotando el Thrust SSC, que básicamente era un avión de combate sin alas. Fue el primer vehículo terrestre que rompió la barrera del sonido, alcanzando los 1.227 Km/h.
La hazaña que quiere llevar a cabo Rosco McGlashan es monumental desde varias perspectivas diferentes. Dentro de poco cumplirá 71 años, y el intento no tendrá lugar hasta el año que viene. A su edad, tendrá que soportar fuerzas 50G, es decir, 50 veces más fuertes que la gravedad de la Tierra.
Rosco lleva 25 años intentando batir el récord mundial. Es el actual poseedor del récord australiano, fijado en 802 Km/h. Pero lo que este veterano piloto pretende es doblar la cifra: alcanzar la mágica marca de las 1.000 millas por hora, es decir, 1.609 Km/h.
Eso significa superar en 382 Km/h el récord mundial actual, que nadie ha conseguido batir en 23 años. Son palabras mayores.
Otro dato importante es que, al contrario que otros vehículos que usaban motores de aviones de combate o cohetes espaciales, el Aussie Invader 5R montará un cohete diseñado desde cero, capaz de proporcionar una potencia de 200.000 caballos.
Los números son increíbles: el Aussie Invader 5R pesa 9,2 toneladas, y la tercera parte es combustible. Será capaz de pasar de 0 a 1.600 Km/h en solo 20 segundos.
En ese tiempo consumirá 140 litros de combustible por segundo, y será capaz de recorrer una milla de distancia en solo 3,5 segundos.
Puesto que las ruedas no necesitan agarrarse al suelo están construidas de aluminio, sin llantas, y cada una pesa 140 Kilos.
Tan importante como batir el récord sera frenar de forma adecuada para que el piloto no sufra daños. Para ello utiliza hasta tres tipos de frenos diferentes: frenos aéreos, paracaídas y frenos de disco.
El vehículo ya está construido. Ahora faltan las pruebas y los ajustes aerodinámicos correspondientes.
Si todo va bien, el intento de récord tendrá lugar el año que viene. La meta: alcanzar la mítica cifra de las 1.000 millas por hora. ¡Suerte!