Razer Kiyo Pro, análisis y opinión | Gaming

Estos últimos años hemos visto cómo los streamers daban un salto de calidad importante tanto en los decorados como, sobre todo, en la calidad de sus cámaras. Han pasado de usar unas webcam que se habían quedado desfasadas en características, pero a precio de oro, a utilizar cámaras tanto DSLR como mirrorless.

Razer es de las compañías más potentes en gaming y han querido replantear su estrategia para intentar no quedarse atrás en lo que a streamings se refiere. Hace unos años lanzaron su cámara Kiyo con un sorprendente aro de luz, pero ahora se han dado cuenta de que, realmente, hay que apostar por sensores más grandes y de mejor calidad.


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Y, precisamente, esa es su apuesta con esta Kiyo Pro, un dispositivo que se olvida del aro de luz y otros extras para centrarse en un buen conjunto de lentes y, sobre todo, en un sensor de calidad que, de la mano de Sony con tecnología STARVIS, da un salto en el terreno de este tipo de cámaras a un precio de más de 200 euros, eso sí.

Como complemento al análisis de la Razer Kiyo Pro, os recomendamos ver antes este vídeo en el que probamos diferentes modos de imagen y situación de streaming con luces tanto de fondo como frontales y en el que se ve, perfectamente, lo que la cámara puede ofrecer en situaciones variadas.

Razer Kiyo Pro
Sensor Sony IMX 327 STARVIS | Tamaño 1/2,8″
Resolución 2,1 Mpx | Hasta 1.080p y 60 fps
Lente Apertura f/2.0 | Corning Gorilla Glass 3
Autofoco Sí, pero se puede modificar por software
FOV 103, 90, 80
Codec H.264
HDR Sí, a 30 fps
Conectividad USB 3.0 | Cable USB-A al PC y USB-C a la cámara
Montaje Se puede separar de la base L | Anclaje de trípode
Software Razer Synapse
MIcrófono integrado Sí | Omnidireccional | Sensbilidad de -38 dB | Codec 16 bit 48 KHz
Longitud del cable 1,5 metros
Indicador LED LED de ‘Cámara encendida’ en la parte superior
Precio 210 euros

Análisis de la Razer Kiyo Pro por apartados:

Diseño modular y robusto que se adapta a cualquier espacio

Empecemos por el diseño, ya que es uno de los puntos que diferencia las cámaras de Razer de la de los competidores. No son cámaras que pasen, precisamente, desapercibidas debido a un formato circular y un tamaño bastante grande, la verdad.

Se nota que están ahí, pero realmente es algo hecho a propósito porque Razer es una de esas compañías que busca que sus dispositivos sean totalmente reconocibles de un vistazo, y es algo que consiguen casi siempre.

La anterior Kiyo, de hecho, era muy reconocible gracias a que incorporaba un anillo de luz LED que ayudaba en entornos con baja iluminación, pero era, sinceramente, lo único especial de aquella webcam, ya que el sensor y la óptica no acompañaban.

Sí, iluminaba la cara gracias a ese pequeño foco, pero la calidad de imagen no era óptima. Me alegra ver que Razer se ha dado cuenta de esto y ha eliminado dicho aro de luz para apostar por lo que realmente importa en la fotografía/vídeo: un buen sensor y unas buenas lentes.

Además, siendo sinceros, el usuario que se gasta los 210 euros que cuesta esta cámara ya tiene un sistema de iluminación a medida y no va a utilizar el foco integrado en la webcam, así que puede parecer una pérdida en primer lugar, pero en realidad es algo que provoca que la cámara salga ganando.

Antes de entrar en detalle con el sensor, sigamos viendo el diseño, ya que hay que diferenciar dos partes aquí. Por un lado, la cámara, que no pesa prácticamente nada y es la parte redonda en la que está la salida de calor en la parte trasera, los cristales delanteros y los diferentes datos de la cámara rodeando el cristal.

En esa parte delantera tenemos un LED de notificación blanco que se enciende cuando la cámara está en uso y que funciona tanto en ordenadores Windows con el software de Razer instalado como en un Mac/Windows sin el software. 

Además, para más seguridad por si no os fiáis del LED, la compañía incluye una tapa física que encaja a la perfección en el cuerpo de la cámara y que es lo que más garantías de privacidad os va a dar, realmente.

En la parte trasera tenemos el USB-C de alimentación y comunicación con otro extremo USB-A para el ordenador. Es un cable trenzado de muy buena calidad, como los que Razer incluye siempre en sus equipos.

Y en la parte inferior está el conector hembra de rosca de 60 milímetros estándar, por lo que podemos poner la webcam tanto en su base como en cualquier soporte universal que tengamos por casa. Esto es de lo más útil si, por ejemplo, ya tenéis un brazo en el que tengáis un foco y un micrófono.

Pero ojo, aunque esta sea una opción más que válida, sobre todo para streamers entusiastas, la base de la Kiyo Pro me ha parecido muy, muy buena. Combinando metal y goma, tiene estabilidad y se «agarra» bien a cualquier superficie para no resbalar. 

Se puede colocar encima de un monitor, pero también podemos anclar esa base a un trípode. Y si lo queremos poner, directamente, en una superficie, también vamos a poder sin que la cámara se mueva porque la base es realmente sólida.

La cámara se puede girar de izquierda a derecha y también se puede inclinar, pero habría estado bien el movimiento en un tercer eje para que, en algunas habitaciones como la mía debido a la perspectiva, los muebles y estanterías no parezcan inclinados.

Solo en diseño, ya vemos cosas muy lógicas que son un paso adelante respecto a la Kiyo estándar, y otro detalle que me ha gustado es la protección. El cristal frontal cuenta con protección Gorilla Glass 3. No es la protección más eficiente ante caídas, pero sí contra arañazos, y creo que es lo más indicado para un dispositivo de estas características.

Razer apuesta por el Sony STARVIS que brilla en habitaciones oscuras

Ya he comentado que la clave de una cámara es la conjunción entre luz y sensor. Hay veces en las que la luz no se puede controlar, pero en ese apartado también entran en juego los sensores que se llevan bien con una iluminación tenue.

Cualquier usuario (una oficina, un profesional en teletrabajo o un estudiante) puede usar esta cámara, faltaría más, pero estamos hablando de un precio para usuarios entusiastas, y estos suelen ser los streamers.

Dicho esto, Razer sabe (igual que sabe que los streamers tienen sus focos) que las habitaciones de las habitaciones del usuario potencial va a tener una iluminación discreta y, por eso, han introducido un sensor Sony con tecnología STARVIS.


Trabajar desde casa es una buena medida de conciliación laboral, pero también puede convertirse en un suplicio si no conoces las herramientas adecuadas.

Se trata del IMX 327, un sensor de 2,1 megapíxeles, pero no os preocupéis por esta cifra porque ya sabéis que los megapíxeles no lo son todo. El sensor es CMOS, compatible con HDR y color tanto de 10 como de 12 bits y es capaz de ofrecer 1.080p a 60 fps como máximo.

Tiene un tamaño de 1/2,8″ y no, no es demasiado grande, pero para 2,1 Mpx es más que suficiente. Eso sí, se habría agradecido un tamaño algo mayor para que el ruido en determinadas situaciones fuera menor, pero bueno, la calidad de imagen es buena.

La particularidad de este sensor es esa tecnología STARVIS que se utiliza, sobre todo, en cámaras de seguridad al ser una tecnología de retroiluminación del píxel en estos sensores CMOS para aumentar la sensibilidad de la cámara sin perder calidad y, así, «ver» en entornos muy poco iluminados.

Y lo cierto es que, con más o menos ruido, el resultado es sorprendente. En el vídeo superior ya podéis ver el rendimiento de la cámara en diferentes situaciones, pero a continuación voy con cuatro ejemplos de uso real más… «de streaming».

El primero es un directo en el que no tengo luz frontal más allá de la del monitor y la habitación está bañada por una ventana lateral y dos focos RGB traseros:

En este otro ejemplo tengo un foco lateral con luz blanca, así como la luz del monitor:

Y, en este otro, solo la iluminación frontal del monitor:

Excepto el primer vídeo, donde es más evidente que había luz natural, en el resto de ejemplos el tono de mi piel y el ruido es muy, muy similar esté la luz frontal que esté, lo que habla muy bien del sensor.

Además, el ruido se mantiene contenido en el fondo cuando agrego iluminación en la parte trasera. Sin esa iluminación trasera, como vimos en las pruebas iniciales, el ruido era bastante evidente, pero se mitiga muchísimo cuando mejoramos ese aspecto. Y otra cosa, si no tenemos iluminación frontal, he notado ‘tintineo’, o flickering, en algunas ocasiones en los LED traseros. Como digo, esto se soluciona iluminando mejor nuestra cara.

La captura a 60 fps también ayuda a mejorar la calidad de imagen, ya que los movimientos son suaves en todo momento, sin ese efecto abanico que tienen muchas webcams, sobre todo las integradas en portátiles.

Ahora bien, más allá de la calidad de imagen, que nos ha gustado, también me gusta el campo de visión y el enfoque, pero ahí nos estamos metiendo en el terreno del software.

Synapse es el cerebro del equipo, pero es una cámara Plug&Play

Como todo lo que lanza Razer, la Kiyo Pro está dentro del ecosistema de Synapse, la aplicación que va muy, muy bien en Windows 10 y que, aunque existe en MacOS, no os recomiendo instalar porque es difícil de eliminar y no vale para… bueno, para nada.

Como la cámara es Plug&Play, vais a poder usarla perfectamente en un Mac instalándola directamente al puerto USB del equipo (no a un multiplicador de USB externo porque, aunque esté alimentado externamente, he probado en dos y la webcam no funcionó) y el sistema la reconocerá como cámara y como micrófono.

Ahora bien, en Mac os vais a perder algunas de las mejores características de este modelo que solo se pueden habilitar mediante Synapse. Y es que, la aplicación es de lo más completa y nos permite modificar parámetros como el campo de visión -FOV- para dejarlo en 103º, 90º u 80º. A mí me gustan los 80º, pero para según qué posición de la cámara y entornos, agradezco que estén las otras opciones más angulares.

Además, y este es un punto muy fuerte, podemos elegir entre autofoco o foco manual. El autofoco me ha parecido, con buena luz, bastante rápido y preciso y no he tenido el problema que sí he encontrado en otras webcams en el que la cámara me está buscando constantemente, lo que da como resultado esos ‘saltitos’ en el foco. 

Si queremos, eso sí, podemos dejar un foco fijo, aunque como no produce mucho desenfoque de fondo, y el modo AF funciona bien, prefiero dejarlo en automático. Muy bien, Razer, en este sentido.

Y muy bien también porque, si tenemos una habitación con una iluminación especial y queremos destacar ese apartado, o si vamos a grabar gameplay en HDR, podemos configurar la cámara para que nos grabe en alto rango dinámico. La tasa de fps pasa a 30, pero aun así, tenemos unos movimientos suaves y de calidad.

Lo que me gusta de Synapse es que es muy fácil de usar y nos da unos parámetros básicos de imagen para controlar el color, la saturación, el balance de blancos, el brillo y el contraste, siempre con una vista previa en tiempo real, pero si queremos profundizar un poco más, tenemos la configuración avanzada.

En ella podemos controlar otro tipo de parámetros tanto del vídeo (con opciones hasta para controlar el modo antiparpadeo para las luces) como de la propia cámara (exposición, inclinación por software, compensar escenarios de poca luz, etc.). 

Ese menú avanzado es el mismo que nos encontramos en OBS, por ejemplo, pero se agradece que esté en las opciones de la cámara para que toda la configuración quede hecha en el mismo lugar.

Es algo que, una vez configurado, no vamos a tener que toquetear más, por lo que conviene estar un rato jugando con los ajustes y la posición de la cámara para dejarlo todo a nuestro gusto.

Micrófono omnidireccional con sonido cálido, pero algo bajo

Cómo no, tenemos un micrófono integrado. Es algo básico para las comunicaciones en estos tiempos y si no tenéis micro en el sobremesa o el de vuestro portátil es muy justito, el del Razer Kiyo Pro os vendrá bastante bien.


Si has decidido grabar un podcast, necesitas un micrófono adecuado: en este reportaje aprenderás todo lo que debes conocer y verás algunos modelos muy interesantes.

Se trata de un micrófono omnidireccional que cuenta con una sensibilidad de -38 dB. El sonido que recoge es algo bajo y vais a tener que meter ganancia en los ajustes del sistema o la aplicación, si esta lo permite, para que os escuchen bien.

Sin embargo, la cápsula recoge un sonido cálido que es muy agradable y que potencia los graves, por lo que no tendréis ese sonido tan enlatado que solemos ver en los micrófonos integrados en los equipos. Eso sí, para hacer stream, no sustituye a un micro USB, pero sí vais a poder tener reuniones y charlas con amigos con él.

El futuro de las webcam pasa por mejores sensores, y Razer ya está en ese camino

Y llegamos al final del análisis de la Razer Kiyo Pro con una buenísima sensación, aunque sin olvidar el tema del precio por el que varias personas me han preguntado estas semanas en las que he estado probando el dispositivo.

Son 210 euros y sí, no es económico y… no, no graba a 4K. Grabando a 4K, tendríamos una mejora en la nitidez, pero debido al tamaño del sensor también habría más ruido. A la hora de hacer streamings hay que tener en cuenta dos cosas. La primera es que las plataformas de streaming comprimen muchísimo el contenido y ese contenido suele ser a 1.080p.

La segunda es que la imagen de la webcam no es la protagonista, sino el videojuego y, de hecho, ponemos la imagen de la cámara en una ventanita que ocupa un espacio muy pequeño, unos 360p/480p, si hacemos la equivalencia en cuanto a tamaño de la imagen de la webcam dentro del total de la emisión 1.080p.

Es decir, no necesitamos 4K para hacer streaming, pero por el precio creo que sí se podrían haber estirado un poco para ofrecer esa opción, sobre todo de cara a un usuario que quiera esta cámara para reuniones de trabajo o entrevistas importantes, ya que sí, tendría ruido, pero en entornos bien iluminados habría una mayor nitidez, y eso salta mucho a la vista


Las cámaras de los móviles modernos son mejores que las cámaras de fotos profesionales de hace unos años. Es importante conocer los tipos de planos fotográficos, para sacar provecho a las diferentes lentes.

Dicho esto, que prácticamente es el único ‘pero’ que podemos poner a la cámara, tenemos una opción muy inteligente por parte de Razer. Han eliminado el aro de luz que sí, algunos lo usarían, pero no el público objetivo de esta cámara, y han metido un sensor de cámara de seguridad que, gracias a la retroiluminación de los píxeles permite captar mucha luz en entornos con iluminación tenue.

Con buena luz en la habitación, el HDR es una maravilla, al micro le falta ganancia, pero el sonido que recoge es muy cálido y agradable (algo que no esperas de una webcam, la verdad) y, como digo, la calidad de imagen, las opciones de FOV disponibles y el AF son de lo mejor que vais a encontrar en el mercado. Y todo por apostar por un sensor de calidad.

Es una cámara cara, claro, y además no nos va a dar ese desenfoque de fondo que sí tenemos con una DSLR o con una mirrorless, pero no creo que lo pretenda y, además, en su haber tiene la portabilidad, la facilidad de uso y, sobre todo, lo poco que ocupa en el escritorio.

Las webcam se habían quedado estancadas con sensores pequeños, precios elevadísimos y pocas opciones y Razer, aunque con un precio de más de 200 euros, da un paso en la línea correcta en lo que a sensores se refiere.

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