La historia de las barajas que contenían mapas secretos de la Segunda Guerra Mundial | Tecnología

La barajas de cartas eran tan imprescindibles para los soldados que participaban en las guerras, como el tenedor para comer. Algunas de ellas incluso les ayudaron a escapar de los campos de prisioneros.

Es una curiosidad que solo se ve de forma casual en las películas, pero los soldados de la Primera y Segunda Guerra Mundial, de ambos bandos, pasaban mucho tiempo jugando a las cartas. Era el único entretenimiento durante las largas esperas en los atrincheramientos… y en los campos de prisioneros.

La Segunda Guerra Mundial fue una cruel matanza en donde se produjeron todo tipo de barbaridades contra los civiles o los propios soldados, pero ambos bandos respetaban la Convención de Ginebra, que obligaba a tratar a los prisioneros de guerra con dignidad.

Los prisioneros aliados podían recibir por Navidad paquetes de la Cruz roja con comida, ropa, y una baraja de cartas para entretenerse. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos y el Reino Unido vieron aquí una oportunidad, y contactaron con el fabricante de barajas Bicycle para una misión secreta: esconder mapas de escape dentro de las cartas.


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Bicycle desarrolló una baraja muy especial. Las cartas estaban formadas por dos capas de papel, y en el interior había dibujado un trozo de un mapa de escape.

Cuando se mojaban con agua, el pegamento se diluía y era posible pelar las cartas para obtener el trozo de mapa que había en su interior. Juntando los trozos de toda la baraja se obtenía un mapa completo de la zona.

Contenía rutas de escape, caminos poco transitados y lugares para esconderse camino de la frontera a un país neutral.

Según War History Online, al menos 32 prisioneros pudieron escapar del Castillo de Colditz gracias a ellos, y animaron a la fuga a otros 316 prisioneros, que veían en estos mapas una esperanza para salir con vida, una vez fugados. Este es el castillo de Colditz, y una de las cartas con mapas secretos:

Los servicios de inteligencia aliados introdujeron estas barajas trucadas en los paquetes de la Cruz Roja, y se las apañaron para que los prisioneros supiesen que debían mojarlas para extraer el mapa.

Los nazis no detectaron el engaño porque como hemos comentado, las barajas eran un contenido habitual en esos paquetes, y por fuera no se diferenciaban de una baraja estándar.

Durante años, incluso después de acabada la guerra, estas cartas trucadas se mantuvieron en secreto, porque los aliados habían violado la Convención de Ginebra, al introducirlas clandestinamente en los paquetes de la Cruz Roja.

Por eso ni siquiera a día de hoy se sabe cuántas se fabricaron, ni cuántas se conservan. Hay dos barajas en el Museo del Espía en Washington (Estados Unidos), y otra en una colección privada.

El fabricante de cartas Bicycle ha creado una baraja conmemorativa llamada Bicycle Escape Map Deck que puedes comprar en Amazon por 28 euros. Pero ten en cuenta que los mapas están impresos en la parte exterior de las cartas, aquí no tienes que pelarlas…

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