El gran problema del coche eléctrico tiene nombre y apellidos: baterías de litio. Estas con caras de fabricar y muy contaminantes si no se reciclan de una forma responsable. Os enseñamos cómo se lleva a cabo este proceso.
Si bien a los fabricantes de coches se les llena la boca hablando del vehículo eléctrico como solución al cambio climático y a la contaminación, esta afirmación tan sólo es una verdad a media.
Es cierto que los coches eléctricos no emiten gases de efecto invernadero en las ciudades, en las urbes el uso del EV es fantástico para la salud de los ciudadanos. El problema es que si no se reciclan las baterías de litio éstas pueden suponer una contaminación mayor que 10 años de coche de combustión.
La lucha entre el coche de combustión y el eléctrico viene de que los clásicos gasolina y diésel son muy poco contaminantes en su construcción, mientras que los eléctricos son realmente perjudiciales en su fabricación por culpa de la baterías, las cuales deben reciclarse para evitarlo.
Las baterías de iones de litio utilizadas en los vehículos eléctricos no duran eternamente, y en la próxima década vamos a ver como una avalancha de estas llegan a las empresas de reciclaje, las cuales difícilmente podrán hacer frente a dicho volumen de trabajo.
Por suerte, científicos de la Universidad Tecnológica de Michigan (MUT) han hecho un gran avance en este sentido demostrando cómo un tanque de flotación puede utilizarse para separar fácilmente algunos de los preciosos materiales de las baterías para su reutilización.
El estudio usa una técnica comúnmente utilizada en la industria minera para separar y purificar minerales. Denominada flotación de espuma, consiste en colocar materiales en un tanque de flotación y ver cómo se separan en función de si repelen el agua y flotan, o absorben el agua y se hunden.
Pero este enfoque no se traslada fácilmente al mundo de las baterías de litio porque los materiales que forman el componente catódico, como el óxido de litio, manganeso y cobalto (NMC111) y el óxido de litio y manganeso (LMO), suelen hundirse.
El equipo del MTU ha ideado una solución para esto que implica un tratamiento químico suave del agua, que hace que el NMC11 flote en su lugar.
Una vez separados los materiales del cátodo, los científicos realizaron pruebas para determinar su rendimiento electroquímico, y se comprobó que el proceso de separación tenía un impacto insignificante en este sentido.
Ambos mantuvieron niveles de pureza elevados, del 95% o más lo que será fundamental para los posibles compradores de los materiales reciclados.
El avance supone un paso importante en los esfuerzos por separar eficazmente estos componentes químicos pero es sólo un eslabón más de la cadena cuando se trata de reciclaje.
Además del cátodo, también hay que separar y recuperar otros materiales, como el electrolito y el ánodo, y todos ellos deben reciclarse en un sistema funcional de almacenamiento de energía. Así que todavía queda un largo camino hasta conseguir el reciclaje perfecto.